4 comentarios en “Barcos en el puerto

  1. Jesus le dijo «no tengas miedo» a Pedro cuando salto de la barca para andar sobre las aguas y sólo se empezó a hundir cuando perdió la confianza en el Señor.
    De igual manera nosotros no deberíamos tener miedo y confiar en su ayuda cuando abandonamos nuestra seguridad y confort para arriesgarnos por Él o para Él. Sólo así comprobaremos que realmente podemos caminar sobre las aguas porque Él nos lleva de la mano .

  2. Dice una antigua coplílla:
    «Al hombre yo lo comparo
    con un barquíto de vela,
    y a la mujer, con el viento, que,
    donde quiera, lo lleva».
    Podemos entender ésto, como docilidad en el amor. En dejarse llevar por quien,
    sabemos, nos quiere bien.
    ¿Somos dóciles los cristianos,
    al soplo del Viento que, nos envía
    a los puertos lejanos?
    No deberíamos considerarnos cristianos, si no nos ponemos a merced de esa Brisa y nos dejamos conducir a esos rincones,
    en los que, hay almas dolientes, solitarias, heridas…
    ¿Preferimos dejarnos mecer,
    bien seguros, anclados,
    en nuestro puerto?
    ¿Es éso ser CRISTIANO?
    ¡De acuerdo, cristianos, sí somos!
    Pero, cristianos tibios.
    Ni frío ni calor.
    Pidámosle al Dedo de Dios
    que empuje nuestro barquito;
    que nos envíe Su Luz desde
    el Cielo, y el ser llevados
    por Su Soplo, nos impida el quedarnos, «demasiado ocupados
    en no hacer nada»,
    como nos dice San Pablo.
    Y el Dulce Huésped del alma
    nos regalará el «descanso de
    nuestro esfuerzo».
    Para éso, sí hemos sido hechos:
    Para VIVIR EN VERDAD.

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