Catequesis pascual sobre la Confirmación o Crismación

«como llamaradas de fuego…»

En la Antigua Alianza, los Profetas anunciaron
que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado
y sobre todo el pueblo mesiánico.
Toda la vida y la misión de Jesús se desarrollan
en una total comunión con el Espíritu Santo.
Los Apóstoles reciben el Espíritu Santo en Pentecostés
y anuncian «las maravillas de Dios» (Hch 2, 11).
Comunican a los nuevos bautizados,
mediante la imposición de las manos,
el don del mismo Espíritu.
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha seguido viviendo del Espíritu
y comunicándolo a sus hijos.

Al segundo sacramento se le llama Confirmación
porque confirma y refuerza la gracia bautismal.
Se llama, también, Crismación,
puesto que un rito esencial de este sacramento
es la unción con el Santo Crisma
(en las Iglesias Orientales, unción con el Santo Myron).

El Crisma es aceite de oliva mezclado con perfumes
y consagrado por el obispo antes de la Pascua.
En Occidente la unción se hace sobre la frente del bautizado con estas palabras:
«Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo».
En las Iglesias Orientales de rito bizantino,
la unción se hace también en otras partes del cuerpo,
con la fórmula: «Sello del don del Espíritu Santo».

El efecto de la Confirmación es la especial efusión del Espíritu
Santo, tal como sucedió en Pentecostés.
Esta efusión imprime en el alma un carácter indeleble
y otorga un crecimiento de la gracia bautismal;
arraiga más profundamente la filiación divina;
une más fuertemente con Cristo y con su Iglesia;
fortalece en el alma los dones del Espíritu Santo;
concede una fuerza especial para dar testimonio de la fe cristiana.

El ministro originario de la Confirmación es el obispo:
se manifiesta así el vínculo del confirmado con la Iglesia
en su dimensión apostólica.
Cuando el sacramento es administrado por un presbítero,
como sucede ordinariamente en Oriente
y en casos particulares en Occidente,
es el mismo presbítero, colaborador del obispo,
y el santo crisma,consagrado por éste,
quienes expresan el vínculo del confirmado
con el obispo y con la Iglesia.

3 comentarios en “Catequesis pascual sobre la Confirmación o Crismación

  1. Llama de fuego, arde el corazón.

    Aceite de oliva que ungió a los reyes y alumbró las lámparas del hogar y del templo durante siglos.
    Ramas de olivo en guirnaldas como trascendencia de la fuerza del renacer.
    Brotes de olivo silvestre, los gentiles de san Pablo, injertados en el tronco y raíces de Israel.

    El efecto de la Confirmación , la EFUSIÓN.
    Interesante la «necesidad» humana de «confirmar» lo ya hecho y decidido.
    Y anualmente reconfirmar. Tan inestables y débiles somos…
    Como el olivo es, nosotros pedimos atraigar, crecer, dar frutos, sustentarse en el seco suelo, resistir, ser fértil, rebrotar aunque el tronco retorcido se pudra, poder vivir injertado de nuevo. El espíritu con el Espíritu Santo.

  2. El efecto es una ESPECIAL efusión del Espíritu del Resucitado en orden a DIFUNDIR y a DEFENDER la fe. De ahí, que hablemos de militancia cristiana, con ese simil castrense que utiliza san Pablo. No se trata de «confirmar» otro sacramento. «Confirmatio» sería «signatio» por la unción. En los adultos los tres sacramentos de Iniciación se confieren unidos como en Oriente a los niños. En Occidente, el segundo sacramento especifica esa gracia de FORTALEZA para la evangelización.

  3. El refuerzo de la gracia, el calor del fuego y la penetración profunda de ese Espíritu es combinación de defensor de los bautizados y presencia esencial en todo lo que hacemos. Ven Espíritu Santo. Con tu fuerza podremos seguir con paso menos vacilante el camino marcado por el Padre y el Hijo.

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