El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, cardenal Robert Sarah, propuso un interesante cambio para la celebración de la Misa a partir del primer Domingo de Adviento de este año 2016:
la liturgia de la Palabra: lecturas y predicación hacia el pueblo
la liturgia del sacrificio: hacia la Cruz (versus Orientem)
En la conferencia inaugural del evento Sacra Liturgia UK 2016 que se realiza en Londres del 5 al 8 de julio, el cardenal Sarah afirmó que «es muy importante que volvamos tan pronto como sea posible a una orientación común, de los sacerdotes y los fieles todos en la misma dirección: hacia el Oriente».
Cuando un sacerdote celebra la Misa Ad Orientem, en ciertas partes de la Misa mira de frente hacia el «Este litúrgico», es decir hacia el altar y al frente de la comunidad.
Esta es una práctica común en la Misa del Rito Hispano Mozárabe. De cara al pueblo, o versus populum, es la práctica extendida en la forma ordinaria de la Eucaristía en el Rito Romano.
Lo que ha pedido en Inglaterra el cardenal Sarah, para que se inicie a partir del 27 de noviembre de este año, aunque no de manera obligatoria, sería esto:
«Queridos sacerdotes, les pido que implementen esta práctica en donde sea posible, con prudencia y con la necesaria catequesis, ciertamente, pero también con la confianza de pastor de que esto es algo bueno para la Iglesia, algo bueno para las personas».
Cuando vi por primera vez la celebración de la Liturgia hispana, dos cosas llamaron poderosamente mi atención: en primer lugar, la aclamación «Sancta sanctis» -recuerdo lo que me impactó ese momento- y, tras él, el hecho de que todos los sacerdotes estuvieran vueltos hacia el altar.
Aquello -que solo recordaba haberlo visto en misas antes de mi primera comunión- me pareció que creaba una bella comunión de todos -asamblea y ministros- con el Misterio.
Me parece preciosa la invitación del Card. Sarah de «celebrar hacia Oriente».
Ayudaría a mucha gente a amar la celebración litúrgica, a vivirla de otro modo, a comprenderla con el corazón vuelto hacia el Señor, como ya ocurre -y es testimonio de muchos- en la Liturgia hispano-mozárabe.