Convertirse es volverse hacia Dios.
Estoy profundamente convencido de que nuestros cuerpos
deben participar en esa conversión.
La mejor forma, ciertamente, es celebrar
–sacerdotes y fieles-
dirigidos conjuntamente en la misma dirección:
hacia el Señor que viene.
No se trata, como se escucha a veces,
de celebrar de espaldas a los fieles o de frente a ellos.
El problema no es ése.
Se trata de volverse juntos hacia el ábside,
que simboliza el Oriente
o trono de la Cruz del Señor resucitado.
Celebrando así experimentaremos,
también corporalmente,
la primacía de Dios y de la adoración.
Comprendemos que la liturgia es, ante todo,
nuestra participación en el sacrificio perfecto de la Cruz>.
Card. Sarah,
C. del Culto Divino y los Sacramentos






Se podrá decir más alto pero no más claro!!
É do Oriente que nos vem a salvação.è do Oriente que nasce a LUZ.