«Corpus Christi» en el calendario mozárabe

 

 

«La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección.
Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna» (Compendio del Catecismo 271).

 

 

«La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua.
Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios.
Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna»(Compendio del Catecismo 274).

 

 

«En la Antigua Alianza, la Eucaristía fue anunciada sobre todo en la cena pascual, celebrada cada año por los judíos con panes ázimos, como recuerdo de la salida apresurada y liberadora de Egipto.
Jesús la anunció en sus enseñanzas y la instituyó celebrando con los Apóstoles la Última Cena durante un banquete pascual.
La Iglesia, fiel al mandato del Señor: «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11, 24), ha celebrado siempre la Eucaristía, especialmente el domingo, día de la resurrección de Jesús» (Compendio del Catecismo 276).

 

 

 

«La celebración eucarística se desarrolla en dos grandes momentos, que forman un solo acto de culto:
la liturgia de la Palabra, que comprende la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios;
y la liturgia eucarística, que comprende la presentación del pan y del vino, la anáfora o plegaria eucarística, con las palabras de la consagración, y la comunión» (Compendio del Catecismo 277).

 

 

Transubstanciación significa la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre.
Esta conversión se opera en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.
Sin embargo, permanecen inalteradas las características sensibles del pan y del vino, esto es las «especies eucarísticas» (Compendio del Catecismo 283).

 

Eucaristía en Villarejo de Salvanés (dióc. Alcalá en Madrid) ante la imagen de la Virgen de la Victoria de Lepanto (2021)

 

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