Cuando te encuentras con la mirada del Señor, que te ofrece sus brazos abiertos, acogedores,
brota, espontánea, nuestra respuesta,
casi apresurada, impaciente,
deseosa de agradarle.
«Aquí estoy Señor, para hacer Tu voluntad».
«No permitas nunca que me separe de Ti».
«Actúa en mí, para que yo sepa anunciarte».
Y tantas respuestas de correspondencia,
al Amor Misericordioso,
que nos regalan Todos los Santos,
y que hacemos nuestras.
¿Hay algo mejor que entrar en diálogo
con Él,
y derretirse en Sus brazos,
bajo el calor de Ésa mirada,
limpia de rencores,
ni de resentimientos…
llena de olvidos y de compasión…
Sentir dolor por haberle ofendído,
tantas veces…
¿Cómo dejar de compartir estos sentimientos…?
¡¡Qué preciosamente nos lo muestra
el Padre Rúpnik!!
A todos los Santos, conocídos o no,
pedímos que intercedan por nosotros,
para que, vivamos el Evangelio,
con… ¡ALEGRÍA!
¡¡Gracias!!
El amor es ésa gran roca a la cuál asirnos en los momentos difíciles y qué nos permite resistir y superar toda clase de inclemencias e infortunios, pero qué se forma por la acumulación continuada y paciente de pequeños granos de arena.
Cuando te encuentras con la mirada del Señor, que te ofrece sus brazos abiertos, acogedores,
brota, espontánea, nuestra respuesta,
casi apresurada, impaciente,
deseosa de agradarle.
«Aquí estoy Señor, para hacer Tu voluntad».
«No permitas nunca que me separe de Ti».
«Actúa en mí, para que yo sepa anunciarte».
Y tantas respuestas de correspondencia,
al Amor Misericordioso,
que nos regalan Todos los Santos,
y que hacemos nuestras.
¿Hay algo mejor que entrar en diálogo
con Él,
y derretirse en Sus brazos,
bajo el calor de Ésa mirada,
limpia de rencores,
ni de resentimientos…
llena de olvidos y de compasión…
Sentir dolor por haberle ofendído,
tantas veces…
¿Cómo dejar de compartir estos sentimientos…?
¡¡Qué preciosamente nos lo muestra
el Padre Rúpnik!!
A todos los Santos, conocídos o no,
pedímos que intercedan por nosotros,
para que, vivamos el Evangelio,
con… ¡ALEGRÍA!
¡¡Gracias!!
El amor es ésa gran roca a la cuál asirnos en los momentos difíciles y qué nos permite resistir y superar toda clase de inclemencias e infortunios, pero qué se forma por la acumulación continuada y paciente de pequeños granos de arena.
La verdad del Amor de Dios no está en que consienta que pasen cosas malas, está en su eterna promesa de que estará a nuestro lado cuando ocurran.
El Amor:
Dedicación y Entrega