“Al ver Dios que los desgraciados seres humanos eran engañados por el diablo y sus ángeles hasta tal punto que olvidasen al Creador, adorando a los demonios en vez de adorar a Dios, mandó a su Hijo, esto es, su Sabiduría y Palabra, para transportarlos de su error diabólico al culto del Dios verdadero.
Y porque no podía la divinidad del Hijo ser vista por los hombres, y ser ella el genuino representante de todos, tomó carne humanaen el vientre deMaría virgen, concebido (este Hijo, el Dios–Hombre) no de cópula carnal, sino del Espíritu Santo.
Nacido así, en carne humana, el Hijo de Dios, permaneciendo por dentro Dios invisible y por fuera hombre visible, predicó a los humanos: enseñándoles a librarse de la potestad del diablo, abandonando los ídolos y las obras bajas, y a volver al culto de Dios.
Después de enseñar, quiso morir por el género humano. Padeció la muerte voluntariamente; fue crucificado por los judíos bajo el procurador Poncio Pilato – originario de la provincia de Ponto – que en aquel tiempo presidía la de Siria. Descendiendo de la cruz, fue puesto en el sepulcro.
Al tercer día resucitó de entre los muertos; durante cuarenta días conversó con los once apóstoles y comió delante de ellos, después de la resurrección, para demostrar que su carne había resucitado verdaderamente.
Y pasados cuarenta días, mandó a los discípulos que anunciasen a todas las gentes la resurrección del Hijo de Dios y que los bautizasen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo para remisión de los pecados; que enseñasen a los que fueran bautizados a alejarse de las obras mezquinas, esto es, de los ídolos, del robo, del perjurio, de la fornicación y que hiciesen a los demás lo que quisieran que hiciesen con ellos.
Y después que mandó todo esto, a la vista de los mismos discípulos, ascendió a los cielos y allí está sentado a la derecha del Padre, y de allí ha de venir al fin de este mundo con la misma carne que consigo llevó al cielo.
Y cuando llegue el fin de este mundo, todos los pueblos y todo hombre que tiene su origen en aquellos primeros seres humanos, esto es, en Adán y Eva, resucitarán, los buenos y los malos, y todos han de presentarse a juicio, y entonces, los que fueron buenos durante su vida serán separados de los malos y entrarán en el reino de los cielos con los ángeles santos y estarán con sus almas y cuerpos en el descanso eterno para no morir nunca más; donde no habrá ya ningún trabajo o dolor, ni tristeza ni hambre o sed, ni calor o frío; serán semejantes a los ángeles de Dios, porque merecieron entrar ya en el lugar de donde cayó el diablo y los ángeles cómplices de éste.
Interesantísima la historia de San Martín de Dumio o de Braga, nacido en Panonia ( Austria o Hungría ) y muerto en Braga (Portugal). Vivió en el siglo VI, (520-586) en Galicia, como indica la entrada de hoy, un poco antes del Rey Visigodo, Recaredo (559-601). Conocido, entre muchas cosas, por catequizar a los Suevos y predicar una cristianismo ortodoxo en tiempos de herejía, contribuyó a la conversión del rey suevo y todo su reino del arrianismo al catolicismo en 550. Su primer biógrafo fue San Isidoro de Sevilla.
Bellas las emblemáticas naranjas, pomelos y limas!