El cercano Adviento:
tiempo para la esperanza y la alegría

 

«La piedad popular, a causa de su comprensión intuitiva del misterio cristiano, puede contribuir eficazmente a salvaguardar algunos de los valores del Adviento, amenazados por la costumbre de convertir la preparación a la Navidad en una «operación comercial», llena de propuestas vacías, procedentes de una sociedad consumista.
No se puede celebrar el Nacimiento de Señor si no es en un clima de sobriedad y de sencillez alegre, y con una actitud de solidaridad para con los pobres y marginados; la espera del nacimiento del Salvador la hace sensible al valor de la vida y al deber de respetarla y protegerla desde su concepción;
[el pueblo cristiano] intuye también que no se puede celebrar con coherencia el nacimiento del que «salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21) sin un esfuerzo para eliminar de sí el mal del pecado, viviendo en la vigilante espera del que volverá al final de los tiempos».

 

(Directorio Piedad pop. y lit., 105)
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AUDICIÓN:
Pacem meam (recreación del canto visigodo)

 

Recordemos que, cada martes, celemos la Misa en Rito Hispano-mozárabe, 19 h.
Es una buena ocasión, en este próximo Adviento, para invitar a quien no conozca
la liturgia eucarística forjada en la España visigoda y custodiada por los mozárabes.

 

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Este 12 de noviembre, fiesta de san Millán,
hay celebraciones especiales del Rito Hispano en Zamora.

 

 

De las Catequesis de san Martín de Dumio (s. VI), en Galicia, a los cristianos suevos sobre la veneración idolátrica, las creencias en dioses, fantasmas o el culto a los espíritus demoníacos:

  “Aver Dios que los desgraciados seres humanos eran engañados por el diablo y sus ángeles hasta tal punto que olvidasen al Creador, adorando a los demonios en vez de adorar a Dios, mandó a su Hijo, esto es, su Sabiduría y Palabra, para transportarlos de su error diabólico al culto del Dios verdadero. 

Y porque no podía la divinidad del Hijo ser vista por los hombres, y ser ella el genuino representante de todos, tomó carne humanaen el vientre deMaría virgen, concebido (este Hijo, el Dios–Hombre) no de cópula carnal, sino del Espíritu Santo. 

Nacido así, en carne humana, el Hijo de Dios, permaneciendo por dentro Dios invisible y por fuera hombre visible, predicó a los humanos: enseñándoles a librarse de la potestad del diablo, abandonando los ídolos y las obras bajas, y a volver al culto de Dios. 

Después de enseñar, quiso morir por el género humano. Padeció la muerte voluntariamente; fue crucificado por los judíos bajo el procurador Poncio Pilato – originario de la provincia de Ponto – que en aquel tiempo presidía la de Siria. Descendiendo de la cruz, fue puesto en el sepulcro. 

Al tercer día resucitó de entre los muertos; durante cuarenta días conversó con los once apóstoles y comió delante de ellos, después de la resurrección, para demostrar que su carne había resucitado verdaderamente. 

Y pasados cuarenta días, mandó a los discípulos que anunciasen a todas las gentes la resurrección del Hijo de Dios y que los bautizasen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo para remisión de los pecados; que enseñasen a los que fueran bautizados a alejarse de las obras mezquinas, esto es, de los ídolos, del robo, del perjurio, de la fornicación y que hiciesen a los demás lo que quisieran que hiciesen con ellos. 

Y después que mandó todo esto, a la vista de los mismos discípulos, ascendió a los cielos y allí está sentado a la derecha del Padre, y de allí ha de venir al fin de este mundo con la misma carne que consigo llevó al cielo.

Y cuando llegue el fin de este mundo, todos los pueblos y todo hombre que tiene su origen en aquellos primeros seres humanos, esto es, en Adán y Eva, resucitarán, los buenos y los malos, y todos han de presentarse a juicio, y entonces, los que fueron buenos durante su vida serán separados de los malos y entrarán en el reino de los cielos con los ángeles santos y estarán con sus almas y cuerpos en el descanso eterno para no morir nunca más; donde no habrá ya ningún trabajo o dolor, ni tristeza ni hambre o sed, ni calor o frío; serán semejantes a los ángeles de Dios, porque merecieron entrar ya en el lugar de donde cayó el diablo y los ángeles cómplices de éste. 

Por tanto, todos los que fueron fieles a Dios permanecen allí eternamente. 
En cambio, los que fueron incrédulos o no bautizados o, si fueron bautizados, volvieron después del bautismo a los ídolos y homicidios o adulterios o perjurios y a otras maldades y finaron sin penitencia, todos los que así fueren encontrados, serán condenados como el diablo y sus ángeles, demonios a los que veneraron y cuyas obras hicieron; y serán mandados con sus cuerpos al infierno, en donde el fuego inextinguible existirá perpetuamente, y la carne ya recobrada por la resurrección, es atormentada eternamente y gime y ansía otra vez morir para no sentir penas, pero no se le permite, para que sufra tormentos eternos. 
Ved que esto lo dice la Ley, esto lo hablan los Profetas y testimonian el Evangelio de Cristo, los Apóstoles y toda la Escritura Santa sobre todas las cosas, de las que, entre tantas, os hablamos ahora con sencillez, aunque muy poco. 
A vosotros corresponde, hijos carísimos, recordar lo que hemos dicho y, obrando bien, esperar el descanso futuro, en el Reino de Dios o, por el contrario, ¡ojalá no suceda!, obrando mal, esperar el fuego perpetuo que será el infierno. 
Lo que elija cada uno, eso tendrá”.
(Catequesis del apóstol de los suevos)
                   

 

2 comentarios en “El cercano Adviento:
tiempo para la esperanza y la alegría

  1. Interesantísima la historia de San Martín de Dumio o de Braga, nacido en Panonia ( Austria o Hungría ) y muerto en Braga (Portugal). Vivió en el siglo VI, (520-586) en Galicia, como indica la entrada de hoy, un poco antes del Rey Visigodo, Recaredo (559-601). Conocido, entre muchas cosas, por catequizar a los Suevos y predicar una cristianismo ortodoxo en tiempos de herejía, contribuyó a la conversión del rey suevo y todo su reino del arrianismo al catolicismo en 550. Su primer biógrafo fue San Isidoro de Sevilla.

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