El silencio en la proclamación de la Palabra
<La liturgia de la palabra debe celebrarse de tal manera que favorezca la meditación; por eso, se ha de evitar toda clase de prisa, que impide el recogimiento. El diálogo entre Dios y los hombres, que se realiza con la ayuda del Espíritu Santo, requiere breves momentos de silencio, adecuados a la asamblea presente, para que en ellos la palabra de Dios sea acogida interiormente y se prepare una respuesta por medio de la oración.
Pueden guardarse estos momentos de silencio, por ejemplo, antes de comenzar la liturgia de la palabra, después de la primera y la segunda lectura y al terminar la homilía>.
(OLM 28).
La proclamación de la palabra
-que se contiene en las Santas Escrituras-
es el tiempo de lectio y de meditatio en la liturgia.
Aquí actúa el Santo Espíritu
que provoca nuestra nuestra respuesta
por medio de la oratio.
LECTIO MEDITATIOe ORATIO são fundamentais pois sinto-as na minha caminhada de FÉ.Sempre as escrituras por mais vezes que as possa ESCUTAR sempre o SENHOR me diz coisas novas. Há paroquias em que isto não acontece o que é lamentavel.
Há paróquias em que as pausas de silêncio não se fazem!!!
Hay pocos silencios en nuestras liturgias. Lo llenamos con cantos. Y no siempre sus textos estan acordes con el contenido de las lecturas, y no siempre sus melodías tienen la calidad que supere al recogimiento del silencio.
Recuerdo como algo fecundo una costumbre de hacer una melodía interleccional, recogida y breve, que favorecía la reflexión. También ayudaba cuando la homilía era dialogada. Eso no es posible en las misas parroquiales regladas para cumplir horarios, o cumplir preceptos.
Que tiempos aquellos de eucaristías de pequeños grupos de formación, donde el seglar era partícipe pleno de la iglesia local-universal.
Silencios, melodías interleccionales, sin prisas. Reflexión, «palabra» que fecunda, participación, experiencia sacramental…experimentada y «nutricia».