En la octava de Navidad:

mirando a la familia
desde la Familia

 

 

Te suplicamos, Señor,
por intercesión de la Virgen, Madre de Dios,
y de san José,
que guardes a nuestras familias,
en tu gracia y en tu paz verdadera;
porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne,
la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor,
para que, conociendo a Dios visiblemente
juntos lleguemos al amor de lo invisible.
Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

 

B. Bershisnik, Natividad.

 

***

 

¡Reserva en tu AGENDA el sábado, día 2 de enero ’21!
Basílica de la Concepción c/ Goya 26 Madrid 19 h.
Misa Caput anni, para dar gracias al Señor del tiempo
y pedir la gracia del Espíritu Santo en 2021.
Audición: Campana sobre campana, fijémonos en la campana «tres»;
recoge muy bien la teología litúrgica hispana traduciéndola al lenguaje popular:

 

 

 

4 comentarios en “En la octava de Navidad:

  1. «Audición: Campana sobre campana, fijémonos en la campana «tres»…»
    [Por si alguien mas no lograba entenderlo de oído:]
    «[…] Campana sobre campana,
    Y sobre campana, tres,
    En una Cruz a esta hora,
    El Niño va a padecer.

    Si aún las estrellas alumbran,
    Pastor ¿dónde quieres ir?
    Voy al portal por si el Niño
    Con él me deja morir.»

  2. En muchas versiones no hay tercera campana o no se vocaliza el texto.
    A la tercera encontré la hispana y severa estrofa (Encarnación-Redención):
    «Campana sobre campana,
    Y sobre campana tres,
    En una Cruz a esta hora,
    El Niño va a padecer.»

    Dolorosa alegría.

  3. Curioso por el libro de los Himnos de san Efrén, de la entrada de ayer.
    Anoche busqué y encontré este artículo sobre Himnos de san Efrén de Francisco Javier Martínez, que me interesaron mucho por tratar de música en el siglo IV.
    https://www.arzobispodegranada.es/pdfs/40.pdf

    La lira, la quizara (cítara) y flautas. El canto en la liturgia.
    Además muy interesante como arremete contra el arrianismo (resuenan Osio, Leandro e Isidoro) y el gnosticismo de su momento (Concilio de Nicea).
    Tengo desde hace muchos años en la cabecera de mi cama un grabado antiguo de san Efrén en el desierto, comprado en una vieja librería de Estambul, que me protege y adorna.
    Por todo esto me atrevo a poner aquí unos extractos (demasiado largos, pido perdón por ello) de estos Himnos. Sólo de tres himnos.
    El artículo, de 68 páginas, está cuajado de comentarios y notas muy eruditas.

    Disfrutad de la lira, que es la propia persona del poeta Efrén.

    LOS HIMNOS DE SAN EFRÉN DE NISIBE Y LA LITURGIA DE LA IGLESIA EN LENGUA SIRÍACA. Francisco Javier Martínez Obispo de Córdoba

    https://www.arzobispodegranada.es/pdfs/40.pdf

    «Dichoso aquél cuya lengua, Señor,
    ha venido a ser para Ti como una cítara,
    y con ella entona cantos
    capaces de curar a quienes los oyen»
    (Himnos De Fide II,15).

    El himno De Fide XIV es un acróstico alfabético, El himno combina la imagen de la lira con la del banquete nupcial, una más que probable alusión a la Eucaristía.

    Himno De Fide XIV, 1-5. 9-12

    1. Te he invitado, Señor,
    a un banquete nupcial de himnos.
    Y en nuestro banquete faltaba el vino,
    esto es, el canto de alabanza.
    Invitado que llenaste las tinajas de vino excelente,
    ¡llena de alabanza mi boca!

    Responsorio: «¡Que te alaben todos los que perciben tu verdad!»

    2. El vino aquel que estaba en las tinajas es pariente
    cercano de este elocuente vino
    que engendra la alabanza.
    También aquel vino engendró una alabanza
    de parte de los bebedores que vieron el prodigio

    3. Tú, tan Justo, que en un banquete de bodas que no era tuyo
    llenaste seis tinajas de vino excelente,
    llena en este banquete, Señor, no las tinajas,
    sino miles de oídos con agrado.

    4. Jesús, Tú que fuiste invitado a la boda de otros,
    ésta es tu boda pura y bella: ¡alegra a los tuyos!
    Que también tus invitados, Señor, tienen necesidad
    de tus canciones. ¡Que rompa a tocar tu lira!

    5. El alma es tu esposa; el cuerpo, tu cámara nupcial;
    tus invitados son los sentidos y los pensamientos.
    Si un solo cuerpo es para ti una fiesta de boda,
    ¿que perfecta no será tu boda con la Iglesia?

    Parece que de este texto podría deducirse que la lira era el instrumento musical que alegraba la fiesta de bodas, y acaso ésa fuera la razón que ha sugerido la imagen al poeta. Pero, una vez transferida la imagen de la boda a la celebración eucarística, la lira es el mismo poeta, que canta la alabanza suscitada por el prodigio del amor de Cristo a su Iglesia. Esa identificación se hace más clara en la estrofa 9, que traducimos a continuación. Del pasaje no puede deducirse, en cambio, que la lira fuera usada en la celebración litúrgica misma. En el himno siguen varias estrofas que subrayan el contraste entre esta boda de Cristo con la Iglesia y el desposorio con el pueblo de Israel en la alianza del Sinaí, y el adulterio de aquella esposa (un motivo frecuente en S. Efrén). En la estrofa 9 reaparece el motivo de la lira.

    9. ¿Cómo podría mi lira, Señor, descansar de tu alabanza?
    ¿Cómo podría yo enseñar a mi lengua ingratitud?
    Tu amor ha dado confianza a mi timidez,
    y eso que mi voluntad es ingrata.

    10. Es justo que los hombres confiesen tu divinidad,
    Es justo que los seres celestiales adoren tu humanidad.
    Los celestiales se asombraban de cómo te hacías pequeño,
    y los de la tierra de cómo te hacías grande.

    El motivo de la lira vuelve a ser central en los himnos XXI-XXIII, que reproducimos a continuación en su integridad. El himno XXI comienza identificando claramente al poeta con la lira, en la que Dios toca con los diferentes grupos de cuerdas para diferentes grupos de personas. De ahí el poeta pasa bruscamente a una comparación entre los arrianos y Zacarías, que se quedó mudo por no creer en la palabra del arcángel Gabriel (estrofas 2-5), y al ejemplo de Abraham, declarado justo en virtud de su fe (estrofa 6). Las estrofas 7-8 vuelven al motivo de los cantos, y aluden evidentemente a otros cantos «que conducen a error», posiblemente arrianos…

    Himno De Fide XXI.
    1. ¡Toca en mi lira, Señor, con todos los auxilios de tu gracia!
    ¡Que resuene con las cuerdas fuertes para los perfectos,
    y con las puras para las vírgenes,
    y con las más simples, que cante para los sencillos!

    Responsorio: ¡Cantad al Padre la gloria, y también alabanza para su Hijo!

    2. ¡Ven, escucha a Zacarías, que quiso contradecir a Gabriel!
    Estudia y aprende, anciano: ¿dónde está tu lengua?
    Así se queda mudo y es reducido a silencio
    todo el que se atreve a disputar con la Verdad.

    3. Si Gabriel hizo valer su poder, no siendo más que un siervo,
    al no hallar fe su palabra en el levita,
    ¿cuánto más no habrá de hacerlo valer el Hijo del Justo
    al no creer tú que es Hijo, tal y como lo ha dicho Él?

    4. ¡Estéril Zacarías, cuya palabra sería arrancada
    porque su lengua puso en duda cómo podría concebir!
    Y eso que estaba allí mismo, hija mía, la prueba que le acusaba:
    dentro del arca, la vara que había florecido de nuevo.

    5. Si ya una criatura pudo encelarse con uno de los suyos,
    e imponerle la brida del silencio, por haber dudado acerca de Juan,
    a la boca que ha ultrajado al Unigénito
    le habrá de corresponder la brida de Senaquerib.

    6. Que la pureza de Abraham sea para tí un espejo
    de cómo la indagación es una horrible mancha para la fe.
    Cuando creyó, fue declarado justo;
    y cuando se puso a indagar, su descendencia fue sometida.

    7. Como «la perdiz, que incuba una nidada que no ha puesto»,
    o el pájaro, cuyo canto hace extraviarse al que lo toma por guía,
    que a ti no te conduzcan a error los cantos
    de los que confiesan al Hijo, y dicen a la vez: «No es engendrado».

    8. Hay pájaros que cambian su modo de cantar,
    como el ave que cambia su voz y caza a su compañero;
    así también hay falsos que cambian sus palabras
    según sus oyentes, para sacar ellos provecho.

    9. Tú, en cambio, lira, no robes a tus oyentes,
    no cantes para los hombres con acepción de personas.
    Lo mismo en público que en privado
    que tu melodía ofrezca el sabor de tu verdad.

    10. También Moisés preparó las trompetas como en un símbolo,
    pues en el campamento tocaban sólo dos trompetas.
    Mira cómo se ha cumplido aquel símbolo, que en la Iglesia
    sólo los dos Testamentos resuenan y se proclaman.

    11. También David tocaba la lira de tres modos distintos:
    con las cuerdas más altas cantaba tu divinidad,
    con las del medio cantaba tu humanidad,
    y con las más lánguidas, tu muerte.

    12. Que así también tu Iglesia sea una lira para tu alabanza.
    Pon paz entre las cuerdas irritadas, divididas en ella.
    Que el Señor de la paz pueda tocar con armonía
    la verdad en esta lira de paz.

    La imagen de la música y de la lira domina también la primera parte del himno XXII (estrofas 1-5). Pero lo que aquí se subraya es la variedad melódica de la lira y de otros instrumentos musicales, aunque el músico sea el mismo. Hacia el final del himno, el poeta introduce un tema recurrente en su controversia con el arrianismo: ante la realidad del Misterio, sólo dos actitudes son razonables y adecuadas: el silencio, o el canto de alabanza.

    Himno De Fide XXII.
    1. Da gracias al Señor de todo, que ha creado y construido
    dos liras, la de los profetas y la de los apóstoles.
    Pero un solo dedo toca en las dos
    las melodías diferentes de los dos Testamentos.

    Responsorio: ¡Gloria a tu oculta generación desde tu Padre!

    2. Aun cuando la lira cambia las melodías
    la lira es la misma, y también el artista.
    Lo mismo es, hija mía, con las liras de la Verdad:
    cambiaron las melodías, pero la Verdad es sólo una.

    3. También una sola flauta puede generar sonidos diferentes:
    para los oídos de los sanos toca melodías más fuertes;
    para los de los niños, melodías sencillas;
    y suaves melodías para los de los enfermos.

    4. Así son también las trompetas de la Verdad:
    al que es perfecto le ofrecen melodías perfectas;
    para el que es como un niño, en cambio, le han compuesto
    promesas de leche y miel.

    5. ¿Qué lira, qué cuerno o qué trompeta
    estaría tocando siempre la misma melodía?
    Con la diferencia de sus tonos puede ofrecer sus auxilios.
    Por eso se han hecho tan ricas las canciones de la Verdad.

    6. Jesús está acostumbrado a ser ultrajado por los necios.
    El Padre y el Hijo son verdaderos en sus nombres, hija mía.
    Sería una vergüenza para el Hijo que su nombre engañase,
    y una vergüenza para el Padre que su nombre no fuese verdadero.

    7. Jesús, que tuvo que soportar la burla de los extraños,
    ahora soporta esa vergüenza grande de parte de los fieles.
    ¡Qué insulto tan grande para los tres,
    que uno fuese bautizado con nombres engañosos!

    8. ¿Cómo puedes pensar que tu canto es un himno de alabanza?
    ¿Cómo va a ser tu carencia una riqueza?
    ¿Cómo puede ser tu disputa,
    insolente, un tesoro de auxilios?

    9. Él conoce a su Padre como el fruto a su árbol.
    También el Padre conoce a su fruto como la raíz.
    Pero el conocimiento que ellos dos tienen el uno del otro
    está en los dos oculto y escondido.

    10. Este conocimiento, del Hijo y de quien lo engendra,
    está en un tesoro, cuya puerta está sellada con un silencio grande,
    y sus accesos son una quietud terrible,
    y su guardián es el poderoso querubín.

    11. ¿Qué boca, hija mía, se pondría a disputar o a hablar
    junto a la puerta de ese tesoro oculto y callado?
    Los ángeles de lo alto, cuando han puesto sus ojos en él,
    han cerrado sus bocas con un silencio lleno de sabiduría.

    12. El que no conoce la excelencia de aquel lugar,
    parlotea como un borracho, lo mismo él que sus oyentes.
    Pero si se le purga, hija mía, de su pretensión,
    de la que está ebrio, entonces calla y proclama la gloria.

    Paradójicamente, tras haber subrayado la necesidad del silencio como la única actitud adecuada ante el Misterio de la generación del Verbo, el himno siguiente comienza pidiendo a la lira (esto es, al propio poeta) que cante, porque «el silencio es su enemigo». La contradicción es sólo aparente, porque la lira ha de proclamar la gloria, la otra actitud que acompaña al silencio en el último verso del himno anterior. Lo verdaderamente opuesto al silencio es la dialéctica sobre las «realidades ocultas» que Dios no ha revelado al hombre, esto es, la especulación racionalista de los arrianos. A este tema va dedicada la primera estrofa. Luego, las estrofas 2-5 comparan la pretensión de la especulación arriana con la incredulidad, y a partir de la estrofa 6 y hasta el final del himno, vuelve al centro el motivo literario de la lira. El poeta se dirige a la lira, es decir, a sí mismo, y le da instrucciones sobre cómo debe ser su canto. Estas estrofas nos dicen cómo entendía S. Efrén su misión de compositor de madrasa al servicio de la verdad revelada. S. Efrén retomará ahí un motivo que ya se ha esbozado en el himno XXI, 9.

    Himno De Fide XXIII.
    1.¡Habla, lira, que el silencio es tu enemigo!
    ¡Pero habla de aquello que puede ser hablado!
    Pues si se habla de lo que no está permitido
    es una blasfemia para el Justo.

    Responsorio: ¡Que el universo, rescatado por Ti, cante tu gloria!

    2. El que se atreve a indagar, se parece a los incrédulos.
    El temerario se halla a un paso de la muerte,
    pues en la disputa se desnuda de su fe,
    para descender a explorar el mar de las realidades ocultas.

    3. No te alarmes, muchacha, de lo que acabo de decirte.
    Compáralos con discernimiento:
    uno ya ha negado la divinidad,
    el otro indaga la forma de empequeñecer a Dios.

    4. El «Señor de todo» es mayor que todo, de acuerdo con su título.
    En el nombre, reconozcamos al Señor de Todo, mayor que todas las cosas.
    ¿Quién habrá cuyo conocimiento sea tan grande
    como para explorar y medir el abismo de la Sabiduría?

    5. ¡Límpiate, lira, de la controversia!
    ¡Que no toque en ti el orgullo su propio querer!
    ¡Que no cante tampoco en ti la pretensión
    sus canciones! Pues ella es todo perjuicio.

    6. ¡Afina las cuerdas, que se desafinaron en la disputa!
    ¡Reúne las canciones que se extraviaron con las indagaciones!
    ¡Ponte, hija mía, ante la divinidad,
    y canta luego la gloria de Dios!

    7. Puesto que eres una cítara dotada de vida y de palabra
    tus cuerdas y tus sonidos tienen libertad.
    ¡Cítara que por sí misma, de su propio querer canta a su Dios!

    8. ¡Disponte a ti misma, y canta, pero sin controversia!
    ¡Purifica tus canciones y cántanos, pero no de las realidades ocultas!
    Hazte discípula de todas las que han sido reveladas,
    y habla sin temor de sus bellezas.

    9. Pesa las palabras, con melodías en las que no hay reproche.
    Pesa y canta canciones en las que no se halla falta,
    para que tu canto, hija mía, sea agradable
    a los siervos de tu Señor, y tu Señor te recompensará.

    10. No cantes, pues, nada que suponga daño para los hombres.
    No dividas con la disputa a los hermanos unidos.
    No coloques la espada –que eso es la indagación–
    entre los inocentes que han creído limpiamente.

    11. No cantes, pues, a Dios de forma retorcida,
    para que no yerres y, en vez de alabanza, cantes iniquidad.
    Canta, como David, al Hijo de David,
    y llámale Hijo y Señor, igual que David.

    12. No deshonres al Padre ni al Hijo, poniéndoles uno frente a otro.
    No cantes al Padre a costa de su Hijo,
    para que tu cantar al Hijo no sea una
    deshonra para el Padre, cuando dices: «Él no engendra».

    13. Que el Padre es el primero, esto no se disputa;
    que el Hijo es el segundo, esto no se duda,
    ni que el nombre del Espíritu es el tercero.
    ¿Por qué has de corromper el orden de los nombres?

    14. «Enseña y bautiza en los tres nombres,
    en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
    El nombre del Hijo no puede preceder
    al nombre del Padre. Pues no hay ahí confusión alguna.

    15. El cómo y el por qué, esto está dentro del silencio.
    Fuera de ese silencio, ¡tú canta la gloria!
    Que no se haga tu lengua
    un puente por donde pasan toda clase de palabras.

    16. Ofrécele como alabanza el diezmo de tus canciones (qinatá).
    Preséntale una gavilla de palabras del campo de tus pensamientos.
    Ofrécele las primicias de un himno de alabanza (hullálå),
    de los cantares (mazmøræ) que cosechó tu lengua.

  4. DE hecho, el día 18 de diciembre, autentico tiempo prenatalicio en la liturgia hispano-visigótica, ya rezaba así:

    » Con este parto ha vencido al Enemigo
    no menos que lo hará con el duro combate [de la Cruz],
    y es que por el misterio de su concepción
    el Enemigo se ha dado cuenta
    de que el que Nace, viene para reinar».
    Nuestra antigua liturgia cantaba:
    «Dios mismo ha reinado desde el madero».
    Los villancicos populares han sabido captar y comunicar este profundo mensaje.

Responder a Eduardo Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *