Injertados en el olivo de Israel

Celebración del culto hispano en la catedral de Salamanca

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Jesús muestra su gloria en el Monte, flanqueado por el caudillo Moisés y el profeta Elías:
dos puntales para la fe del antiguo pueblo de Israel.
Sobre nuestros hermanos mayores no recuerda el Concilio Vaticano II:
<La Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas,
en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios.
Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca
y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud.
Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo,
con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza,
ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo
en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles [cf. Rom 11, 16-24].
Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a judíos y gentiles
y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.
La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre,
«a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas;
y también los Patriarcas, de quienes procede Cristo según la carne» (Rom., 9,4-5), hijo de la Virgen María.
Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío,
así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo>
(NA 4).

AUDICIÓN : Parce Domine 

 


Hoy, día 15, recordamos que se va a celebrar en Madrid un Año Jubilar de san Isidro.
Tenemos tiempo para hacer un programa personal y comunitario
para vivir en profundidad este evento de gracia.

En el primer sepulcro de san Isidro, denominado «arca mosaica»,
encontramos, posiblemente, la primera representación de Jesucristo en Madrid (s. XIII):
como «Ecce homo», en su «gran humildad» o «Tapeinosis».
Jesús aparece flanqueado por su Madre, María, y por la primera Mujer, Eva.

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