IV domingo de Cuaresma 

Arqueta eucarística de Jueves Santo del monasterio benedictino Natividad del Señor (Madrid)

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Estamos a veinte días del Triduo Pascual (Vicésima)
y seguimos nuestro itinerario cuaresmal con el IV evangelio.

Cristo será elevado sobre la tierra para la sanación
como Moisés elevó la serpiente en el desierto.

Encendemos nuestra lucerna para leer: Jn 3,13-21.
En griego hay dos palabras para decir VIDA: Bíos y Zoé (natural / eterna).
Esta palabra VIDA se pone en relación con la palabra LUZ (Fos).
Leemos, después, el texto de Jn 1,14.18.
Rezamos por los catécumenos que ha de ser “iluminados” en la noche santa de la Pascua.
Miramos a Cristo con misma esperanza que el pueblo en el desierto contempló la serpiente en el madero y pedimos para cada uno el don de la sanación física y espiritual.
Después de un tiempo de silencio rezamos el salmo 26 (27 en la biblia hebrea):
“El Señor es mi luz y mi salvación”.

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En este domingo, llamado en la tradición romana “Lætare”,
se suele hacer una colecta para el cirio pascual,
que debe ser nuevo cada año:

“Prepárese el cirio pascual, que, para la veracidad del signo,
ha de ser de cera, nuevo cada año, único,
relativamente grande, nunca ficticio,
para que pueda evocar realmente que Cristo es la luz del mundo».
(Cartas Pascuales, n. 82)

En el Rito hispano es el domingo “Mediante”.
Los textos completos de la misa podemos encontrarlos en:

Textos propios de la IV semana de Cuaresma

 

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