1 comentario en “Jubileo eulaliano en Extremadura

  1. Hemos atravesado ya el ecuador de nuestro Campus Emeritense, de Gothia.
    Muchas cosas podriamos destacar de lo ya vivído.
    Emoción, mucha emoción y sentimientos profundos.
    Solo describir algo de lo vivído hasta ahora.
    La llegada a Guadalupe, para la que suscribe, inenarrable.
    Recorriendo el corto trayecto desde que pusimos pie en tierra, con el corazón disparado, impaciente, hasta superar la curva de la calle que nos conduce a la plaza.
    Y una vez allí… darnos de bruces con esa imponente belleza del Monasterio de Guadalupe. Las lágrimas, a duras penas contenidas, que llevaban rato pujando por salir, empezaron a brotar, ya sin control algúno.
    Que cantidad de recuerdos, de añoranzas, de vivencias, vinieron de golpe al pensamiento, impidiendo el poder contener el sollozo…
    Que mezcla de sentimientos, dolor y añoranzas, alegría inmensa, todo a la vez, en la misma medida.
    Recuerdos de las muchas peregrinaciones de la infancia, en familia, en el día de la Patrona de Extremadura, el 8 de Septiembre, Nuestra Señora María de Guadalupe, vinieron de golpe a la mente.
    Lo primero, visitar a la Virgen, recorrer el Monasterio, pasear por las calles, entre el bullicio de la gante. Ese gran día de fiesta, todo el mundo alegre y disfrutando, de forma sencilla, pero entusiasta… felices.
    Y cuando el calor de principios de Septiembre apretaba, llegaba el momento de, cesta de la comida en ristre, bajar hasta el río Guadalupe a refrescarse, metiendo los pies en el agua, disfrutando de ese paraje maravilloso, a la sombra deliciosa y acogedora, generosa, de todos esos árboles frondosos.
    Montones de familias acampando por allí. Alegría de voces infantiles, correteando y chapoteando, hasta que la madre tenía todo listo para empezar a comer y acudian todos a la llamada, locos por devorar todos esos manjares, cocinados con tanto amor.
    La mente humana tiene capacidad para, en apenas unos instantes, devolver al presente todos esos recuerdos, tan lejanos ya en el tiempo.
    Y vuelta ya al presente, delante de la escalinata de acceso al Monasterio, la amiga (Beatriz feliz), que te dice, quedate quieta. Deja que te haga una foto. Quiero inmortalizar este momento de emoción que estas viviendo. Intentas, a duras penas, guardar la compostura, pero sigues sollozando, sin poder contenerte.
    Todo el resto del día, sin solución de continuidad, permaneces en ese estado, emotivo, emocionante, melancólico, pero con una felicidad interna que no se puede describir con palabras.
    Subir al camarin y ver a mi Virgencita morenita, indescriptible.
    Cuantas cosas la pude pedir en ese ratito que duró la visita.
    Apenas pude prestar atención al fraile que nos describía toda la belleza de ese lugar. Pronunció el nombre de las nueve Mujeres Fuertes del Antiguo Testamento, que muestran el anuncio de las virrudes de la Virgen María. Esas tallas adornan el lugar, alrededor de la Virgen,
    Solo puedo recordar ocho nombres, Débora, Abigail, Ruth, Sara, Judith, Esther, Jael y María la Profetisa. No puedo recordar el noveno nombre.
    Ciertamente, este día ha sido un regalo inolvidable.
    No se puede estar más agradecída, por el empeño que ha puesto en cumplir mi deseo de volver aquí, con Gothia, a la persona que siempre ha abogado porque se cumpla este sueño mío.
    Mil gracias, querido P.M.

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