La Palabra de Dios: escuela para la oración

¿Cómo puedo dejarme formar por el Espíritu Santo
y así llegar a ser capaz de entrar en la atmósfera de Dios,
de rezar con Dios?

¿Cuál es esta escuela en la que él me enseña a rezar,
donde dirigirme a Dios de modo justo?

La primera escuela para la oración
es la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura.
[en ella] el hombre aprende a aceptar conocer a Dios,
a hablar con Dios.
Existe además otro precioso «espacio»,
otra preciosa «fuente» para crecer en la oración,
una fuente de agua viva
en estrechísima relación con la precedente.
Me refiero a la liturgia,
que es un ámbito privilegiado
donde Dios habla a cada uno de nosotros,
aquí y ahora, y espera nuestra respuesta.

***

Hoy, martes, nos encontramos en la liturgia hispana.
Podemos invitar a algún amigo para que participe.

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El próximo domingo es la Jornada «de la Palabra de Dios».
Propósito: Regalar una Biblia a una nueva familia que se casa o
a quien sepas que no tiene un ejemplar en casa.

 

1 comentario en “La Palabra de Dios: escuela para la oración

  1. Pues si.
    Un pequeño lío de matiz es orar con Dios o rezar a Cristo. Y digo matiz. Pues hemos aprendido que Jesucristo es el camino a «su» Padre.
    En la liturgia de la misa casi todas las oraciones se dirigen a Dios, las que realiza el celebrante en nombre propio y de todos, pues la ofrenda será su Hijo. Pero también hay alguna oración que se dirige a Cristo..
    Y mas matiz en la respuesta de las lecturas: Palabra de Dios o palabra del Señor.

    A veces escasea la pedagogía de esta diferencia, no en la aclamación si no en mezclar el matiz. Porque Dios dice, porque Dios quiere, porque a Dios le gusta, porque Dios sufre…

    La oración personal me es mas fácil con Jesucristo, porque es hombre y tuvo madre, y porque hemos creído que ser cristiano es tener relación personal con él, respuesta a él.
    Ya me gustaría ser amigo de Dios como Abraham o hablar-rezar directamente como Moisés.

    Y lo primero que me enseñaron es que cristiano es el que cree en Cristo, no el que cree en Dios, que lo hacen todos los hombres religiosos de cualquier religión, aunque no sean las del Libro.

    El maravilloso lío de lo trinitario, una gran oferta y escuela para «matizar» la oración.

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