Los “nombres” ante el altar de la oblación

Los dípticos, materialmente hablando, consistían en dos tablillas de madera o marfil unidas con unas junturas. En su parte interna –generalmente cubierta de cura- se escribían los nombres de los vivos y difuntos (nomina) que se debían mencionar en la conmemoración de la misa. Los dípticos son denominados, a veces, con el expresivo nombre de Libros de la Vida (libri vitae). En ellos figuraban, en lugar destacado, el nombre del Papa de Roma y el de los obispos metropolitanos vecinos. Ser «borrado» de los dípticos equivalía a estar fuera de la comunión de la Iglesia.

Las primeras alusiones a los dípticos de la misa se encuentran hacia el siglo III en los escritos de san Cebrián (Cipriano de Cartago): los “nombres” que han de ser mencionados en la plegaria sacerdotal ante el altar (apud altare Dei, PL 4,399). En este obispo norteafricano encontramos la expresión in mente habeatis, es decir, “Tengamos presente en nuestras oraciones” (Carta 62,IV,2 PL 4,362) que, también, se halla en las actas de nuestros mártires de Tarragona (Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio). Esta locución atravesará la historia hasta hacerse presente en el Misal Mozárabe de Cisneros (Toledo, 1500).

El canon 29 del primer concilio hispano (Elvira / Granada, 300 c.) menciona la recitación de los nombres ad altare cum oblatione. Gracias a san Jerónimo conocemos que los diáconos son los ministros encargados de esta recitación pública de los dípticos: publiceque diaconus in ecclesiis recitet offerentium nomina (PL 25,175).

Merece la pena recordar que la introducción del nombre del Papa de Roma en la Eucaristía, como expresión de comunión eclesial, aparece en el c. 4 del concilio de Vaison (Provenza, Francia). Esta asamblea presidida en el año 529 por el obispo Cesáreo de Arles, vicario del Papa Símmaco para las Galias e Hispania, prescribe que el nombre del Papa fuese recitado en los dípticos: ut nomen domini Papae, quicumque Sedi Apostolicae praefuerit, in nostris ecclesiis recitetur  (PL 84,262).

El canon 19 del concilio de Mérida (666) nos permite conocer que hay dípticos con nombres de vivos y otros de difuntos. Esta recitación de los nomina es una expresión de la oración de intercesión.

1 comentario en “Los “nombres” ante el altar de la oblación

  1. Durante la misa mozárabe en Madrid, los dípticos proclamados por el/los diácono siempre es un momento emocionante y nada tedioso. La comunión de los santos, muertos y vivos, da todo un profundo sentido humano y de familia a la celebración. Los cantos de respuesta de cada capítulo son frescos, sinceros y mas sentidos que otros, pues muestran el camino de los maestros, los modelos, los hitos, las familias, y a la vez los vivos presentes, ausentes, enfermos y viajeros…
    Ya no hace falta llenar el ábside de pinturas pues todos los amigos queridos y los desconocidos se presentan entre nosotros convocados ante el misterio del sacramento único y renovador.
    Asi lo sentimos, así lo creemos, así lo necesitamos.
    Cada nombre nombrado es una chispa que enciende en nuestro cerebro la gratitud y la amistad.
    El cielo que se acerca, hasta el momento culmen de la sangre derramada.

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