Desde la aurora naciente
hasta la puesta de sol,
celebremos a Cristo,
el Príncipe nacido de la Virgen María.
Se ha revestido de siervo,
el supremo Hacedor del mundo
librando a la carne con la Carne,
para que no pereciera lo que Él mismo creó.
Se adentra la gracia del Cielo
en las entrañas purísimas de la Virgen
y su intimidad pasa, entonces,
a guardar un profundo secreto, que antes desconocía.
Súbitamente ese claustro purísimo,
se convierte en el Templo de Dios,
y, prestando asentimiento,
concibe a su Hijo, sin conocer varón.
La Doncella ha dado a luz
que anunció Gabriel,
al mismo que Juan, aún en el seno materno,
presintió que María llevaba consigo.
Se hace accesible la entrada de Cristo
llena de toda gracia,
pasa el rey, y permanece,
como estuvo por los siglos cerrada
El hijo del Padre eterno
salió del seno de la Virgen,
Esposo, Redentor, Fundador
y de su Iglesia el mas grande.
Honor y gozo de la Madre
esperanza ilimitada de los fieles,
bebió la copa de la muerte
para destruir nuestro pecado.
Glorificado sea el Padre
que con tanta gloria como su Hijo,
junto con el Espíritu Paráclito
reina por todos los siglos.
Amén.
Hoy, san Juan de Ávila, elevamos un oración los presbíteros.
https://youtu.be/ni2csIPqPnw
Solis. (A solis ortus cardine)
«Ecos del Espíritu». E. Paniagua
a Juan de Ávila y presbíteros hoy
https://youtu.be/ulC5_9LtZW8
Gregoriano A solis ortus cardine