La Anunciación-Encarnación es
el Principio y Fundamento del Cristianismo.
La Natividad del Señor es su consecuencia.
“Ver a nuestra Señora y a José y a la ancila, y al Niño Jesús, después de ser nacido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posible; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.”
Ignacio de Loyola, EE 114
«En este relieve español del siglo XIV se establece un diálogo con posibilidades de exégesis entre el manto de María y el paño que abriga al Niño: María y Jesús comparten un tejido con el mismo dibujo, alusión quizás a la naturaleza humana de Cristo, vehiculada por María. Sin embargo, el reverso de la tela o su forro cambia de color.
El rojo intenso que el manto de María deja ver con nitidez al desplegarse sobre su regazo se vuelve dorado en el vendaje que cubre a Jesús, propio de Su condición divina. El final del paño que envuelve al Niño se hace visible en su reverso, formando un triángulo. Este juego de dos naturalezas también está evocado en esas formas cuadrangulares -el cuatro como número de lo terreno- orladas de ocho elementos, que traen el recuerdo de la estrella de ocho puntas, asociada a María y próxima a la perfección divina de lo circular.
La ancilla, arrodillada, ofrece a María el Fruto de su Vientre vendado conforme a la tradición oriental y Ésta Le recibe, sentada, y apoyando la palma de su mano derecha sobre la cabeza del pequeño. Las dos mujeres generan un paréntesis compositivo que enmarca una escena central privilegiada -a la que se asoman la mula y el buey – y que segrega a San José, observante y en segundo plano, para evidenciar el carácter putativo de su paternidad».
Gerardo Díaz Quirós
❈ Jesús es Hijo del Padre Eterno y de María Virgen ❈
❈Navidad 2016❈
