4 comentarios en “No saben que no saben…

  1. ¿No sabemos…? O,
    ¿No queremos saber?
    ¿Es más cómodo ser «sal sosa»…?
    ¿Ampararnos en nuestra propia tiniebla de indolencia?
    Si cada día invocamos al Espíritu Santo
    y le pedimos la Sabiduría,
    el Entendimiento,
    la Inteligencia…
    la Fortaleza,
    el Temor de Dios,
    la Ciencia,
    el Consejo,
    la Piedad…
    ¿podemos afirmar que «no sabemos»?
    Si, Él mismo, nos dice que somos Luz,
    a imagen Suya…
    ¿por qué no «alumbramos»?
    ¿Que nos impide cumplir la promesa que,
    cada dia, Le hacemos…?:
    «Ayúdame, Señor, a hacer lo que Tú quieres que yo haga,
    a decir lo que Tú quieres yo que diga,
    no por vanidad mía, sino
    para gloria Tuya…»
    y salimos al mundo, con sus afanes,
    sus dificultades,
    nuestros egoismos,
    nuestra acedia…
    ¿Sabemos «algo» de lo que debemos de saber, o no?
    Señor, ayúdanos en nuestra ceguera.

  2. Evidentemente pienso como tú, que tenemos que ser como simples cables que dejen pasar la corriente (que de Dios) para que brille la Luz del Mundo (Jesucristo) y así evitar que la obscuridad se extienda.
    Por ello, haciendo mío todo lo que expresas, opino que, muy posiblemente, esta entrada de una frase de Noam Chomsky (lingüista, filósofo y activista político), se quiere referir a algo más.
    Esta entrada se encuentra estrechamente relacionada con otra del pasado 24 de abril, titulada «manipulación» en la que se nos advierte sobre 10 estrategias de manipulación mediática de Noam Chomsky y en ella se homenajea al profesor López Quintás «como gran profesor que enseña a pensar para ser libres.»
    Pienso, como tú, que la oración es imprescindible en un momento histórico como el actual en que todo amenaza con desmoronarse en Occidente.
    En un momento histórico como el actual en el que es ir contracorriente defender lo evidente, porque se quiere prescindir de la conciencia, de la ley natural y de nuestra propia identidad biológica y sólo podemos decirle a Dios que de día le pedimos auxilio y que de noche gritamos en su presencia.
    Pero también que nuestra preparación a través del estudio es necesaria y no desdeñable para que Dios brille a través de nosotros y así evitar que la obscuridad se extienda, siguiendo el ejemplo del profesor López Quintás.
    Si no corremos el riesgo de ser arrastrados (y no saber ni poder argumentar) por quienes «quieren imponer medidas radicales e inaceptables a cuenta gotas» (así se terminan aceptando con mayor naturalidad), por quienes tratan a la ciudadanía «como a niños de 10 años siendo despojados del pensamiento crítico», por quienes «desvían la atención del público con información insignificante para evitar que nos preocupemos de temas importantes», etc.

    • Agradecida por tu amable comentario
      y por tu valiosa aportación.
      Pienso igual, que la frase de Noam Chomsky va más allá en su significado
      y encierra,’ con sutil ironía, aquello
      de lo que el P.Alfonso Lopez Quintás,
      tiene a bien prevenirnos:
      la manipulación del lenguaje, con lo que,
      a mi parecer, encierra, de maniobra diabólica.
      Esa demagogia descarada con la que se pretende, hoy día, anular las conciencias,
      envuelta en libertad en el pensar y en el actuar, pretendiendo «facilitarnos» el vivir
      felizmente aborregados y sin criterio.
      O distorsionada visión de lo dado en llamar «politicamente correcto», que no es otra cosa que dar rienda suelta al libre albedrío.
      Ante esta situación, elevar los ojos al Cielo y pedir al Padre que, mediando su Santo Espiritu, seamos iluminados con la verdadera Sabiduría, es lo que imploramos. Y la capacidad de discernimiento de lo que es de Dios y lo que no, nos venga dada por nuestra sed de Él, que tambien debemos de pedir.
      Las respuestas verdaderas, las vamos a encontrar, siempre, en la Sagrada Escritura y la valiosa práctica de la Liturgia de las Horas, asi como en las enseñanzas de los Santos Padres.
      Solo así, nos veremos escudados,
      y con argumentos,
      ante el acuciante intento de engaño
      del Enemigo. Revestido, eso sí,
      de pseudoverdades, que, solo
      con la fuerza de lo Alto, podemos combatir.

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