Sin ellos, sin los sacerdotes,
no habría Eucaristía.
Ni Sacramento de la Penitencia.
Y si, aquí, en la tierra,
son constituídos en
instrumentos de propiciación,
por la acción del Espíritu Santo,
o sea,
auténticos cristos, entre nosotros
¿no habríamos de preocuparnos
y…. ocuparnos de ellos,
en la medida que cada uno pueda?
¿Qué cristiano puede dejar
esta preocupación de lado…?
Les queremos, pero, sobre todo,
les agradecemos sus desvelos,
su ejemplo, su perseverancia…
Oramos por ellos para que sean
muchos, buenos y santos.
Les necesitamos.
Necesitamos su ardor y su vigor,
cada día, renovado en la celebración
del Misterio.
Nos instruyen, nos alientan,
y, tambien… nos necesitan.
Sí, porque son humanos y débiles.
Tenemos que dar importancia,
a la celebración del Día del Seminario,
a darle visibilidad, a hablar de ellos
en nuestro entorno y resaltar
el valor que tienen para nosotros,
en este mundo, que,
denosta su presencia,
las más de las veces,
porque desconocen su papel,
aquí, entre nosotros.
En nuestro antiguo Rito Hispano y Mozárabe, tenemos la muestra del gusto,
con el que se prepara, cada martes,
la rememoración de cómo celebraban
nuestros antepasados españoles.
Gracias por preocuparos de mantenerla,
transimtírla, difundirla y celebrarla.
Es una riqueza que debemos apoyar
con nuestra presencia, como ejercicio
de voluntad, primordial, todos los que
nos unimos a este mandato que
el Santo Padre, Pablo VI, nos transmitió.
Como dice el Beato Manuel González,
que no nos cansemos de pedir
por nuestros sacerdotes
y por las vocaciones sacerdotales.
Sin ellos, sin los sacerdotes,
no habría Eucaristía.
Ni Sacramento de la Penitencia.
Y si, aquí, en la tierra,
son constituídos en
instrumentos de propiciación,
por la acción del Espíritu Santo,
o sea,
auténticos cristos, entre nosotros
¿no habríamos de preocuparnos
y…. ocuparnos de ellos,
en la medida que cada uno pueda?
¿Qué cristiano puede dejar
esta preocupación de lado…?
Les queremos, pero, sobre todo,
les agradecemos sus desvelos,
su ejemplo, su perseverancia…
Oramos por ellos para que sean
muchos, buenos y santos.
Les necesitamos.
Necesitamos su ardor y su vigor,
cada día, renovado en la celebración
del Misterio.
Nos instruyen, nos alientan,
y, tambien… nos necesitan.
Sí, porque son humanos y débiles.
Tenemos que dar importancia,
a la celebración del Día del Seminario,
a darle visibilidad, a hablar de ellos
en nuestro entorno y resaltar
el valor que tienen para nosotros,
en este mundo, que,
denosta su presencia,
las más de las veces,
porque desconocen su papel,
aquí, entre nosotros.
En nuestro antiguo Rito Hispano y Mozárabe, tenemos la muestra del gusto,
con el que se prepara, cada martes,
la rememoración de cómo celebraban
nuestros antepasados españoles.
Gracias por preocuparos de mantenerla,
transimtírla, difundirla y celebrarla.
Es una riqueza que debemos apoyar
con nuestra presencia, como ejercicio
de voluntad, primordial, todos los que
nos unimos a este mandato que
el Santo Padre, Pablo VI, nos transmitió.
Como dice el Beato Manuel González,
que no nos cansemos de pedir
por nuestros sacerdotes
y por las vocaciones sacerdotales.