Romance: las <Naranjas de enero>


Camina la Virgen pura a Egipto desde Belén
y en el medio del camino el Niño tenía sed.

«No pidas agua mi vida no pidas agua mi bien
que bajan los ríos turbios y no se puede beber.


Allá adelante en aquel alto hay un rico naranjel
que le guarda un pobre ciego, ciego que no puede ver»

«Ciego dame una naranja para el niño entretener»
-Coja usted las que usted quiera que la huerta suya es

La Virgen como es humilde no ha cogido más que tres:
una le ha dado a su Hijo otra le dio a San José.

Y otra se quedó en su mano para la Virgen oler.
Cuando emprenden el camino el ciego comenzó a ver.

¿Quién sería esa Señora que a mí me hizo esta merced?
Que me dio vista en los ojos y en el corazón también…

(Versión cantada en Sta. Mª la Blanca, Canillejas, Madrid 1974)

El ciego,
por el regalo de una naranja
recibió el don de la LUZ.
Compartamos «nuestras» naranjas…

***

Mañana, día 9 de enero 2024 AD,
celebramos la misa en Rito hispano
iniciando el recorrido por el tiempo
durante el año o tiempo cotidiano.

4 comentarios en “Romance: las <Naranjas de enero>

  1. Tomadas las melodías de dos villancicos extremeños, uno de ellos el Naranjel y cantados con texto de un poema de Al Mutamid, Rey de Sevilla de Taifas siglo XI, con letra profana traducida al castellano. También son homenaje a la Sagrada Familia en su huída a Egipto.

  2. Que preciosidad de romance.
    Lo tenía olvidado, porque sí que lo conocía en mi niñez.
    Cuando la sencillez y la bondad de las gentes afloraban, casi sin querer. Porque salían directamente del corazón, sin intermediarios, ni nadie que te dijera lo que tenías que hacer.
    Cuando se saludaba, de natural, espontáneamente, cada vez que entrabamos en un lugar donde se encontraban otras personas, iluminando los rostros de los presentes, con un gesto amable y tal vez, una media sonrisa, que es tanto de agradecer…
    Cuantas distancias puede acortar una sonrisa, o un saludo. Esa amabilidad gratuíta y sincera, desde tu «ser hermanos»… que sencillez y que ausencia de doblez.
    Como aligera el corazón de quien está o se siente solo, ese decir «adios» al salir.
    Seamos hermanos, pero hermanos amables, cordiales, de verdad
    Ofrezcamos naranjas de cercanía y bondad a todo el que se nos acerque con mirada limpia, sencilla, que solo busca justamente eso en tí.
    Si no cedemos a la tentación de seguir nuestro camino, con indolenca, nos regalaran una gran sonrisa, agradecida y una mirada, tal vez, de sorpresa, porque, ahora, tenemos siempre tanta prisa, real o no, que no nos damos cuenta de la decepción que en el Cielo se produce, igual que en esa mirada que te dirigen, cuando ignoramos esos pequeños detalles.
    Ese no detenernos unos segundos a ayudar, con lo que sea.
    El regalo de Amor que un Niñito nos hace, siempre que le regalamos una de esas naranjas, cuando siente Sed.
    Procuremos que no se nos muera de Sed, ni ahora, ni cuando la sienta en la Cruz.
    Que no se nos muera en nuestro corazón. Baste nuestro Amor a los hermanos, para saciarla, un poquito, y Él nos mirará, sonriendo…

  3. Qué bello el romance de las naranjas. Y gracias, Lupe, por tu comentario sobre el efecto de los saludos sencillos y naturales. Una sonrisa muchas veces hace que una persona se «abra», le entra al corazón y puede cambiar totalmente la fisionomía de la persona que recibe el saludo y la sonrisa. A veces es casi mágico el cambio que se opera. Hace que las barreras que pueden existir entre dos personas que no se conocen se caigan y el espacio entre ellos se llena de calor.

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