Jorge de Lyda, un santo pascual
Hacemos memoria, Señor,
de la pasión de nuestro Señor Jesucristo:
que, ofreciéndose a ti en el árbol de la cruz
como verdadero sacrificio,
después de quebrantar las puertas del averno,
al tercer día, con su cuerpo glorificado,
regresó vivo de entre los muertos,
y se apareció a sus discípulos triunfante.
Y así, por su muerte, te pedimos y rogamos
que quieras mostrarte benigno ante este sacrificio,
de modo que todos aquellos por los que se ofrece
se vean limpios de la levadura de la maldad
y, en la novedad del Espíritu,
puedan celebrar los sacramentos del gozo pascual.
R/. Amén.
(Oración eucarística: Post Pridie, IV semana de Pascua)
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Cincuentena de Pascua: tiempo sacramental
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Oremos en esta Pascua por las vocaciones diaconales