Siguió al Cordero y venció al león.
Cuando el perseguidor se ensañaba, el león rugía.
Pero cómo el Cordero ponía su esperanza en el cielo,
el león era despreciado en la tierra.
liturgia hispana: Illatio del común de un mártir I
Y venció el León de la tribu de Judá (cf. Ap 5.5).
¡Claro que ruge! ¡Y se revuelve desesperadamente!
¡Arde en su propio fuego, de rabia!
Porque, nuestra esperanza, está puesta en el cielo, tambien.
El desánimo, el desaliento… la división, no son de Dios.
El frescor de las alas blancas del Espiritu Divino, nos impulsa a seguir,
firmes, ilusionados, renovados, inasequibles a dejarnos vencer por el primer
embite. ¡Somos FUERTES!
¿Nuestro escudo? ¿Nuestro arma?:¡LA ORACIÓN!
Necesitamos rezar mucho más. Pues ¡adelante!
¡Que no me entere yo, que hay ningún higado disgustado! (Sorry!)