Sobre el Antifonario de León

Muchas veces citamos esta joya legionense; todas las veces que vemos sus entrelazados nos maravillamos. Un apunte rápido sobre este texto:

«Realizado entre los siglos X y XII, el Antifonario de León es un libro litúrgico musical que contiene más de una centena de oficios del Rito hispánico, con sus correspondientes cantos particulares variables en cada fiesta y solemnidad atendiendo tanto a las horas canónicas como a las partes cantadas de la misa.

El manuscrito, conservado actualmente en el Archivo Capitular de la Catedral de León, se atribuye al copista Totmundo del Monasterio de San Cipriano de las Riberas del Porma, gracias a una dedicatoria al comienzo del libro.

El calendario de las primeras páginas, así como la ordenación interna de los oficios son un rico ejemplo del santoral hispano-visigodo de la época. La notación que acompaña a los textos, llamada visigótica, ha despertado gran interés entre los musicólogos medievalistas, aunque no puede leerse en la actualidad por la ausencia de referentes en la altura de los sonidos.

El manuscrito es el mejor ejemplo conservado de los antifonarios de la liturgia hispánica y una de las fuentes que más información nos aporta en la actualidad para comprender esta forma ritual, que fue sustituida por el Rito romano desde el siglo XII y que era fruto de la riqueza cultural hispana en la Antigüedad Tardía y Alta Edad Media».

Ángel Pazos-López (2018)

5 comentarios en “Sobre el Antifonario de León

  1. Para ampliar:
    «EL ANTIFONARIO MOZÁRABE
    El Antifonario Mozárabe de León es un códice miniado, del siglo X, de gran valor por el material abundantísimo sobre liturgia y canto de la antigua iglesia española. Un monje, llamado Totmundo, lo copió para Ikila, abad, en los primeros años del siglo X, utilizando otro, posiblemente toledano, de los siglos VIII ó VII con referencias andaluzas y pacenses.
    Consta de 306 folios escritos en letra mozárabe, 22 de ellos enriquecidos con preciosas miniaturas, que no entusiasma demasiado a D. Manuel Gómez Moreno, pero que hace decir a Pilar Yáñez Cifuentes: Es el más precioso de los manuscritos conocidos del canto mozárabe. Es el catálogo más completo de las fiestas celebradas por la antigua iglesia española presentando, además, el interés de reflejar en las diversas interpolaciones sufridas en el núcleo primitivo del códice, el natural desarrollo que la liturgia hispánica debió tener durante los primeros siglos de la Reconquista. […]»
    http://www.vegasdelcondado.com/sancipri.htm
    ____________
    Muchas gracias por la charla ‘formativa’ sobre la ermita de San Baudelio del pasado sábado 1 de Febrero.

  2. Las melodías del Antifonario de León «no se pueden leer». Es un mantra que algún día se romperá.
    Complejo, pero barreras mas altas se han superado.
    Musicólogos, análisis comparado, estudio, tiwmpo y recursos económicos.
    No basta becarios y pasar por encima de estos temas de las diferentes grafías antes de la escritura mensural hoy legible.

    Los cantos mudos mozárabes son un reto.

  3. Fascinante. Cuántos textos y partituras – interpretables o no – existen de esa época.
    Me pregunto por qué a Gómez Moreno no le entusiasmó el Antifonario de León?
    Gracias a los que han contribuido con información sobre esta joya.

    • Sobre el ‘no demasiado entusiasmo’, vide nota 4: ‘Manuel Gómez Moreno, Catálogo Monumental de la Provincia de León, 1925, pag. 135 y ss.’; v.gr.:
      «En cuanto a arte, la importancia de este códice es secundaria, quedando muy zaguero en fecha y, sobre todo, en mérito, respecto del Beato y las Horas de Fernando I; tocante a su estilo, algo participa de lo mozárabe, pero domina la influencia traspirenaica en el adorno de lacerías curvas, quedando cierto bárbaro naturalismo, tan sincero como trivial, para la representación de escenas, según la misma tendencia a que obedecen los códices de San isidro que se calalogan después. La entonación general de sus pinturas es sombría; los colores se mezclan entre sí y con blanco, dando origen a tonos amortiguados y densos; además, hay oro y plata bruñidos; frecuentemente los contornos son rojos, pero escasean los perfiles claros superpuestos, usuales en otras obras coetáneas.» [o.c., pg. 157]

      Saludos.

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