Sobre el nuevo obispo de Madrid

image002Conocí a don Carlos en Oviedo, antes de ser ordenado obispo auxiliar por él, en diversos encuentros puntuales a los que acudí como presbítero. Desde el principio, me sorprendió su personalidad arrolladora y emprendedora, su movilidad y espíritu inquieto, su cercanía en las distancias cortas y su imaginación. Impuntual a las citas, por necesidad, sabía que las cosas o se hacen de verdad, y con toda dedicación, o no se hacen.

Al ser un gran organizador a veces conllevaba el que no se sintieran implicadas o suficientemente responsables las personas de su entorno. Todo el mundo me decía: “Es un Arzobispo emergente; hará `carrera’”.

Él sabía cuáles son las tentaciones que pueden acechar a un obispo y, lógicamente, trataba de superarlas:

Primera, el no rezar con tiempo y calidad; él trataba de ser una persona orante.

Segunda, el no leer o escribir casi nada en profundidad; él trataba de leer para formarse y de ser honesto en sus escritos.

Tercera, la de convertirte en `personaje’ público, olvidando que eres, ante todo, persona; él trataba de no perder nunca su profunda humanidad.

Cuarta, el hablar de universalidad y, a la hora de la verdad, escuchar sólo las campanas de tu campanario, él trataba de ser católico y abierto a todas las necesidades eclesiales.

Quinta, el buscar beneficios personales; él trataba de ser pastor, como quiso serlo en su primera diócesis, Orense.

Y, sexta, el decir que quieres a todos y, en verdad, no quieres a casi nadie o, lo que es peor, sólo a tí mismo; mucha gente se sintió realmentequerida por él, como así lo demostraron.

Además de mis mejores deseos, no le faltará, como siempre, mi agradecimiento y mi oración. Es muy consciente de que servir como obispo en Madrid es servir, también, a toda esta iglesia que peregrina en España, hoy, con un timonel muy esperanzador y creíble: el papa Francisco.

Don Carlos, que viene de  la gran Diócesis valenciana, sabrá recoger, sin duda, lo mejor de la herencia del cardenal Antonio María Rouco Varela y, en un derroche de creatividad y fortaleza, abrir nuevos caminos de evangelización.

Mons Raúl Berzosa, obpo C. Rodrigo.

Periódico “El Comercio” (Asturias), 30 de agosto de 2014

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