Tengamos presente en nuestras oraciones
a la Iglesia
en la unidad del Espíritu Santo

Mañana comienza el octavario o 
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 
(18 al 25 enero).
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Hoy, día de san Antonio de Egipto,
oramos también por por el pueblo judío,
el primero a quien Dios habló desde antiguo por los profetas.
Para que el Señor
acreciente en ellos el amor de su nombre y la fidelidad a la alianza.
Dios todopoderoso y eterno,
que confiaste tus promesas a Abraham y su descendencia,
escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia,
para que el pueblo de la primera alianza
llegue a conseguir en plenitud la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

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Antes de comenzar la semana de oración por la unidad de los cristianos conviene recordar
<los vínculos con que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la estirpe de Abraham.
Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios.
La Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en el que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles (cf. Rm 11,17-24).
La Iglesia tiene siempre además ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, “a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los Patriarcas, de quienes procede Cristo según la carne” (Rm 9, 4-5).
Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.
Gran parte de los judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión (Rm 11,28). No obstante, según el Apóstol, los judíos siguen siendo muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y “le servirán como un solo hombre” (Sf 3, 9; cf. Is 66,23; Sal 65,4; Rm 11, 11-32)>.

 

2 comentarios en “Tengamos presente en nuestras oraciones
a la Iglesia
en la unidad del Espíritu Santo

  1. Pues si. Abraham era de Asia central, Asia persa, Irak. Y Dios eligió en él a su pueblo-olivo, lleno de injertos desde hace dosmil años. Y tan divididos como confundidos en sus territorios y colonias eclesiales diversas.
    Entre buena gente se reza por la unión. Me temo que son los dirigentes los que no quieren solventar las deferencias identitarias basados en su «posesión de la verdad» para mantener un estatus.

    ¡Sabios, santos! desmontad la división. Un solo Señor, un solo Espíritu. Un solo bautismo y ¡la comunión!.

    Sueños y delirios…

  2. Recemos sin descanso uniéndonos a la oración de nuestro Señor Jesucristo: «Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.» Jn 17, 21-23.
    ¡Qué difícil la unidad en cualquier ámbito de la vida! Y qué grande la Liturgia, que vela por la unidad invitándonos a dar el paso del «yo» al «nosotros». Señor, que dé ese paso sin miedo, sin prejuicios, sin imponer mis razonadísimas teorías y conocimientos, en favor de la unidad en el amor a Dios y a los hermanos.

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