5 comentarios en “Tu es petrus

  1. Ha sido muy preciso el Espiritu Santo.
    Ha querido manifestarse justo ahora, en el Año de la Fe, con un pie iniciando la subida a la Cuaresma.
    Ha actuado con todo su poder, atrayendo sobre nuestra Santa Madre Iglesia, las miradas y la atención de todo el orbe. Ha penetrado en los confines de la Tierra, llegando hasta el último rincón.
    Nadie ha quedado indiferente, ante el golpe de efecto que ha supuesto la renuncia de nuestro querido Vicario de Cristo en la Tierra, Benedicto XVI, que nos ha dado un gran ejemplo de desapego al poder, de responsabilidad, de valentía, de humildad… El Señor le escuchó, y le indicó el camino. Y, con serenidad, solo tuvo que cumplir Su mandato.
    Y el Espiritu Divino, que no hace caso de quinielas, porque su preocupación por la Salvación del hombre es, infinitamente, más elevada, nos ha regalado al nuevo Santo Padre, Francisco. El ha sabido ver en su corazón, lo que los «simples mortales», no habían detectado como «papable».
    Paz y Bien, querido Papa.
    Que Dios le bendiga.

  2. Ayuno, sí. Pero, no de Fe en la misericordia de Dios.
    Que, a través de los recientes acontecimientos, nos señala el camino.
    La Gracia de los últimos días, esas pequeñas semillas, esparcidas aquí y allá, no han caído todas en terreno baldío, hostil.
    Seamos la fina lluvia que las ayude a germinar. Con nuestra oración, nuestro apostolado, nuestro testimonio. Apuntemos alto. No nos quedemos en terreno intermedio.
    Pero, estemos atentos. que el que se sirve del engaño, del subterfugio, acecha en la sombra. Nos tensa las bridas, para frenar nuestro impulso. Se sirve de los falsos respetos, de míseros pudores, que te paralizan. Ata tu lengua, incapacitandote.Y su triunfo es dejarte en un rincón, lamentandote, por tu falta de coraje.
    El Papa, antes de impartirnos su bendición, pidió que le bendijeramos antes a él, nosotros, el pueblo. Que rezemos por él. Pero, que pongamos en el centro a Jesucristo. Y lo hacemos.
    Pero, bendigamos, tambien, a nuestros sacerdotes. Recemos por ellos, para que sientan que el Espiritu Santo les cubre con Su Gracia. Para que sean muchos. Para que sean buenos. Para que sean santos. Y que, nosotros, el pueblo, sepamos templarles el corazón, con nuestro calor.
    Porque, les necesitamos mucho.
    Porque…¡les queremos!.

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