Desde el inicio de su ministerio contra el Maligno, los demonios reconocen a Jesús como el Santo de Dios (1:24); como el Hijo de Dios (3:11 / 5:7) que actúa realizando prodigios y predica una buena Noticia (evangelio) sobre el Reino.
Al final de su ministerio en Galilea, Pedro en nombre del grupo de los Doce confiesa su fe declarando que Jesús es el Mesías (8:29).
Dios mismo ratifica la misión de Jesús como Hijo suyo en la transfiguración (9:7) donde el Espíritu les rodea como una nube. Comienza, así, el itinerario hacia la Pasión.
Jesús declara solemnemente, ante el Sanedrín o Consejo supremo de Jerusalén, que él es el Mesías y que vendrá como Hijo de Hombre, sentado a la diestra del todo poderoso (14:62).
La exclamación del capitán romano, ante la muerte de Jesús en la cruz, resume el mensaje central del evangelio: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios (15:39).
Con la Resurrección y la vuelta a Galilea recomienza la gran causa de Jesús. (16,1-8): es el espíritu eclesial del apéndice postmarcano (16,9-20).
Escucharemos la lectura continuada de este evangelista en las misas feriales del Rito romano hasta el inicio del tiempo de Cuaresma (inicio de marzo 2022).
La Iglesia universal celebra a Sto. Tomás de Aquino.
Oramos por los que se dedican al estudio.
En este contexto presentamos lo que los estudiosos de la arqueología
nos muestran en las excavaciones realizadas en Jerusalén:
Descubierto un antiguo puente bajo el Muro de las Lamentaciones
AUDICIÓN:
Con vosotros está (Manzano)