18 diciembre:
Santa María de la Esperanza


Nos unimos a todos los que piden al Espíritu,
en este tiempo de Adviento,
la virtud de la esperanza.
Lo hacemos con esta versión
del himno mariano: Ave maris, Stella.

Salve estrella del mar,
Santa Madre del Verbo,
Salve perpetua Virgen,
Puerta feliz del cielo.

Tu que oíste aquel Ave
de la boca arcangélica,
danos la paz más firme
cambiando el nombre de Eva.

Liberta a los cautivos,
cura los ciegos ojos,
aleja nuestros males,
danos los bienes todos.

Demuestra que eres Madre,
y haz que oiga nuestras suplicas
quien nació por nosotros
tomando carne tuya.

Oh singular Doncella,
benigna como nadie:
líbranos del pecado,
haznos castos y suaves.

Danos vida impoluta
y seguro sendero
para que, viendo a Cristo,
siempre nos alegremos.

Loado sea el Padre,
honrado sea el Hijo,
y ambos glorificados
sean con el Espíritu.

AUDICIÓN:
Ave maris Stella (Silos),
E. Paniagua

***
Oremos con la Antífona de hoy:

«Oh Adonai,
Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
¡ven a librarnos con el poder de tu brazo!”

Pedimos al Santo Pneuma el don de inteligencia.

La Encarnación (El Greco)

***
La tradición orante de la antigua España tomó ocho estrofas del himno latino «A solis ortus».
El texto entró en la liturgia hispana para celebrar a la Madre de Dios
en la fiesta del 18 de diciembre:

<Desde la aurora naciente
hasta la puesta de sol,
celebremos a Cristo,
el Príncipe nacido de la Virgen María.

 

Se ha revestido de siervo,
el supremo Hacedor del mundo
librando a la carne con la Carne,
para que no pereciera lo que Él mismo creó.

 

Se adentra la gracia del Cielo
en las entrañas purísimas de la Virgen
y su intimidad pasa, entonces,
a guardar un profundo secreto desconocido.

 

Súbitamente ese claustro purísimo,
se convierte en el Templo de Dios,
y, prestando asentimiento,
concibe a su Hijo, sin conocer varón.

 

La Doncella ha dado a luz
al que anunció Gabriel,
el mismo que Juan, aún en el seno materno,
presintió que María llevaba consigo.

 

Se hace accesible la entrada de Cristo
llena de toda gracia,
pasa el rey, y permanece,
como estuvo por los siglos cerrada

 

El hijo del Padre eterno
salió del seno de la Virgen,
Esposo, Redentor, Fundador
y de su Iglesia el mas grande.

 

Honor y gozo de la Madre
esperanza ilimitada de los fieles,
bebió la copa de la muerte
para destruir nuestro pecado.

 

Glorificado sea el Padre
que con tanta gloria como su Hijo,
junto con el Espíritu Paráclito
reina por todos los siglos. Amén.>

(Himnario de Silos)

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Santa María de la Esperanza

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