Año Jubilar de san Isidro en Madrid

​San Isidro labrador en la Ermita de Ntra. Sra. de Begoña (El Plantío / Madrid)

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El santo mozárabe, patrón de Madrid, vivió en el s. XII.
En el Mayrit de su época las «advocaciones y la constatación de nombres y apellidos
-hasta mitad del siglo XIII- revelan un fuerte porcentaje de población mozárabe»
(Montero, 2003a: 165ss)
Hoy recordamos un gran santo franciscano: Antonio de Lisboa/Padua (+ 1231).

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Después del tiempo pascual, que concluyó el domingo de Pentecostés, la liturgia ha vuelto al «tiempo ordinario».
Pero esto no quiere decir que el compromiso de los cristianos deba disminuir;
al contrario, al haber entrado en la vida divina mediante los sacramentos,
estamos llamados diariamente a abrirnos a la acción de la gracia divina,
para progresar en el amor a Dios y al prójimo.
La solemnidad de ayer, domingo de la Santísima Trinidad,
en cierto sentido recapitula la revelación de Dios acontecida en los misterios pascuales:
muerte y resurrección de Cristo, su ascensión a la derecha del Padre y efusión del Espíritu Santo.
La mente y el lenguaje humanos son inadecuados para explicar la relación que existe
entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
y, sin embargo, los Padres de la Iglesia trataron de ilustrar el misterio de Dios uno y trino
viviéndolo en su propia existencia con profunda fe.
La Trinidad divina, en efecto, pone su morada en nosotros el día del Bautismo:
«Yo te bautizo –dice el ministro– en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
El nombre de Dios, en el cual fuimos bautizados, lo recordamos cada vez que nos santiguamos.
El teólogo Romano Guardini, a propósito del signo de la cruz, afirma:
«Lo hacemos antes de la oración, para que… nos ponga espiritualmente en orden;
concentre en Dios pensamientos, corazón y voluntad;
después de la oración, para que permanezca en nosotros lo que Dios nos ha dado …
Esto abraza todo el ser, cuerpo y alma,
… y todo se convierte en consagrado en el nombre del Dios uno y trino»
(Lo spirito della liturgia. I santi segni, Brescia 2000, pp. 125-126).
Por tanto, en el signo de la cruz y en el nombre del Dios vivo
está contenido el anuncio que genera la fe e inspira la oración.

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Arca, denominada «mosaica» donde reposó
el cuerpo de san Isidro, en el s. XIII.
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De la carta del Papa san Gregorio a san Agustín de Canterbury:

«Conoces la costumbre de la Iglesia de Roma en la cual fuiste educado. Pero me agradaría que si encontrases algo -ya sea en la Iglesia de Roma, de Galia o en cualquier otra, que pueda placer más a Dios Todopoderoso- lo escojas escrupulosamente y lo introduzcas en la Iglesia inglesa -que, como tal, tarde se ha incorporado a la fe-. (…) Porque las cosas no deben ser amadas por el lugar, sino el lugar debe ser amado por las cosas que hay en él. Escoge, pues, de cada Iglesia aquello que sea divino, piadoso y correcto«.

En: Beda, Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum, I, 27, en: Bedae Opera Historica, Loeb Classical Library, Transl. by J. E. King based on the version of Th. Stapleton (1565), W. Heinemann, London and Harvard University Press, 1962, Cambridge, Massachusetts, (ed. bilingüe). Trad. del inglés por Paola Corti B.

1 comentario en “Año Jubilar de san Isidro en Madrid

  1. Muy acertado el comentario del Papa San Gregorio a San Agustín. Efectivamente un lugar debe ser amado por las cosas que hay en el. Es de esperar que cada iglesia tenga cosas divinas (seguro), piadosas y correctas. De nosotros dependen estos últimas dos cosas.

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