Metas cotidianas

Esto no lo dice san Fructuoso en la Regla,
ni está en las obras del hispalense;
tampoco aparece en las frases a recordar
de las <Madres mozárabes>,
ni en los cánones de los concilios Gotho-hispanos…
pero son de sentido común
y tienen una aplicación práctica
en la vida.

Son propuestas para un <decenario>
pidiendo el don del Espíritu Santo y su fuerza 
para que sean realidad en nuestras vidas.
En fin, materia de revisión de vida…

Propósito para hoy

Propósito para hoy

Celebrando -estos días- el misterio de la resurrección,
impetremos la misericordia de nuestro Redentor,
para que cuantos nos alegramos de su resurrección,
podamos ser coronados
junto con todos los santos
el día de su última venida. R/.Amén.

Por tu misericordia, Dios nuestro,
que eres bendito y vives y todo lo gobiernas,
por los siglos de los siglos. R/.Amén.

 

Orando en la espera pentecostal

Eterno Hijo de Dios,
que por nosotros aceptaste la muerte de cruz
y, al tercer día, resucitaste vivo de entre los muertos,
acepta esta oración pascual que hoy te presentamos:
que la victoria de tu resurrección,
obtenga para los vivientes la muerte de los vicios
y, en los difuntos, evite el castigo merecido.

R/. Amén.

 

Cfr. Oración Post nomina del tiempo pascual

La huella de la fe

Hemos recibido la fe para transmitirla a los demás…
Y debemos dar un fruto que permanezca.
Todos los hombres quieren dejar una huella que permanezca.
Pero ¿qué permanece?
El dinero, no.
Tampoco los edificios; los libros, tampoco.
Después de cierto tiempo, más o menos largo,
todas estas cosas desaparecen.
Lo único que permanece eternamente es el alma humana,
el hombre creado por Dios para la eternidad.
Por tanto, el fruto que permanece
es todo lo que hemos sembrado en las almas humanas:
el amor, el conocimiento;
el gesto capaz de tocar el corazón;
la palabra que abre el alma a la alegría del Señor.
Así pues, vayamos y pidamos al Señor que nos ayude a dar fruto,
un fruto que permanezca.
Sólo así la tierra se transforma de valle de lágrimas en jardín de Dios.

Card. J. Ratzinger

Oramos con la liturgia hispana

Oramos con la liturgia hispana

Los dones sobre el altar – esperando la efusión del Espíritu- cubiertos con un velo.

Dedica hoy un rato para elevar esta plegaria:

<<A fin de obtener la misericordia del Señor,
oremos con todo nuestro espíritu,
y presentemos a Dios, por quien queremos ser escuchados,
los sentimientos y deseos unánimes de nuestra comunidad;
que la Iglesia católica,
cual madre de nuestros intereses y esfuerzos,
acoja en su amor los propósitos de todos,
para dispensar a todos los bienes anhelados.

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