Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

 

Oramos con nuestra antigua liturgia hispana:

 

Señor Jesucristo, que antes del comienzo del mundo reinas con el Padre y el Espíritu Santo reinas y tu reino no tendrá fin.

Que has venido en la plenitud de los tiempos para la salvación del mundo, tal y como habías prometido por la ley y los profetas, grandes muchedumbres, al enterarse de que te venías ya a Jerusalén para la fiesta, se te acercaron y se pusieron a gritar de alegría y cortaron ramos de palmera gritando:
Hosanna al hijo de David.
Por eso nosotros también suplicantes, en oración insistente, rogamos a tu majestad;
que ya que has venido para redimirnos, nos libres de los vínculos de nuestros pecados.
R/. Amén.

 

Disipa nuestros males.
R/. Amén.

 

Cura nuestras enfermedades.
R/. Amén.

 

Concédenos un clima favorable.
R/. Amén.

 

Concédenos a todos seguridad en nuestros tiempos con el perdón de nuestros pecados.
R/. Amén.

 

Santifica con tu bendición estos ramos y estas palmas
que el pueblo ha de llevar hoy de mano en mano por nuestro servicio.
R/. Amén.

 

Que todos los que los lleven, sean colmados de gracia
y reciban el consuelo de la salvación.
R/. Amén.

 

Y al igual que se alegran por la solemnidad de este día
así llenes con tu bendición + sus moradas
y concedas limpieza de todo contagio a los cuerpos y a las almas
y les asignes los carismas de las gracias espirituales.
R/. Amén.

 

Que las fiestas pascuales, con tu auxilio,
nos sostengan en alegría compartida.
Porque siguiendo tu precepto ahora decimos:

Padre nuestro…

 

Formulario completo en:

 

 

2 comentarios en “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

  1. La Acción de gracias, Illatio, de este Domingo de Ramos, es una oración de elaboración y filigrana góthica. Merece leerla mas de una vez.
    No hay hosana… ni ramos de palmera o sauce. Es una glosa del Credo en lacería miniada, y mas.

    «Es digno y justo, Padre omnipotente, que te demos siempre gracias por Jesucristo tu Hijo, Señor nuestro.

    A quien tú, Padre clementísimo engendraste antes de los siglos, sin que experimentaras al engendrar división o mutación, sino que permaneciste esencialmente todo en el Hijo y todo en ti mismo, sin mengua alguna, y sin reservar nada para ti, cuando se te reconoce haberlo creado todo.

    De modo que, siendo Hijo unigénito del Ingénito, consustancial, coeterno e igual a ti, poseyera contigo una misma plenitud de la divinidad, gozara también de idéntica eternidad y reinara en la igualdad de un mismo señorío junto con el Espíritu Santo correinante. El cual, procediendo de ambos, ni es engendrado, ni creado, sino creador de todo y Señor.

    Pues él mismo creó la carne de Cristo, cuando se dispuso a padecer la cruz por la salvación de los pueblos. Y a él hemos recibido de ti como prenda de celestial herencia, y cuyo nombre es saludable, pensamos, confesarle en el bautismo para que, renacidos a imagen de la Trinidad, merezcamos ser contados como hijos de Dios Padre todopoderoso.

    Cuyo Hijo afirmamos en el bautismo que es un solo Dios salvador contigo y con el Espíritu Santo, y pedimos que este sacrificio sea santificado por él, por quien te aclamamos en la Tierra a imitación de la celeste milicia, diciendo así:»

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