El «Ángelus Domini»


Enseña la Iglesia:
«El Ángelus Domini es la oración tradicional con que los fieles,
tres veces al día, esto es, al alba, a mediodía y a la puesta del sol,
conmemoran el anuncio del ángel Gabriel a María.
El Ángelus es, pues, un recuerdo del acontecimiento salvífico
por el que, según el designio del Padre, el Verbo,
por obra del Espíritu Santo, se hizo hombre
en las entrañas de la Virgen María.
La recitación del Ángelus está profundamente arraigada
en la piedad del pueblo cristiano
y es alentada por el ejemplo de los Romanos Pontífices.
En algunos ambientes, las nuevas condiciones de nuestros días
no favorecen la recitación del Ángelus,
pero en otros muchos las dificultades son menores,
por lo cual se debe procurar por todos los medios que se mantenga viva
y se difunda esta devota costumbre,
sugiriendo -al menos- la recitación de tres avemarías.
La oración del Ángelus, por «su sencilla estructura, su carácter bíblico,…
su ritmo casi litúrgico, que santifica diversos momentos de la jornada,
su apertura al misterio pascual,…
a través de los siglos conserva intacto su valor y su frescura».
Incluso es deseable que, en algunas ocasiones,
sobre todo, en las comunidades religiosas,
en los santuarios dedicados a la Virgen,
durante la celebración de algunos encuentros,
el Ángelus Domini… sea solemnizado,
por ejemplo, mediante el canto del Avemaría,
la proclamación del Evangelio de la Anunciación
y el toque de campanas».
(Directorio Piedad, n. 195)


Este Adviento 
podemos incorporar a nuestra oración diaria
el ejercicio del «Angelus».

***
Himno de la semana: Dies irae
Esta semana en la oración de la mañana y de la tarde se canta:
«Aquel día de ira» (Dies irae).
Es el himno que contempla el Día del Señor,
día de ira para los malvados
y de bendición para los que esperan en Él.
La versión original en latín se escucha así:

La inspiración del Dies irae viene de la Biblia (Vulgata latina) en su versión de Sofonías 1, 15–16. Es interesante -en la primera estrofa- la mención de la Sibila juntamente con el rey David. Como la Kalenda de Navidad, este precioso texto -que parte de la fe en la revelación de Dios en los libros bíblicos- admite que hay también una “revelación” en la naturaleza y en la historia.
En este himno de la presente semana del Año cristiano se cita a la Sibila o vaticinadora de Cumas / Nápoles (cf. Égloga IV de Virgilio); con esta mujer de la cultura griega se representan todas las tradiciones de los pueblos que anuncian el final de la realidad que contemplamos.

El himno “Aquel día”, día de ira de confusión para los malvados y de bendición para los honrados, se compuso en el siglo XIII (Tomás de Celano). Un siglo más tarde se incorporó a la Misa de Requiem (en sufragio por los difuntos) para ser cantado antes del Evangelio (Secuencia). Tras la renovación litúrgica fruto del Concilio Vaticano II, fue suprimido su uso en el Misal Romano de 1970 editado por san Pablo VI, pero se propuso como himno para las Horas del Oficio Divino.
Allí se encuentra y, por ese motivo, lo presentamos como oración de estos días, la última semana del año litúrgico en el Rito romano.
En el Rito romano, en esta semana XXXIV –concluyendo el año- recordamos las palabras del Credo:
“Volverá glorioso para juzgar a vivos y muertos”.
Cada día, en el Misa en Rito hispano, las palabras eucarísticas del memorial dicen:
«Hasta que vuelva glorioso desde los cielos».
En efecto, nuestra venerable liturgia hispánica ilustró el “hasta que vuelva” de san Pablo (1 Cor 11, 26)
añadiéndole la locución in claritate de caelis (“glorioso desde los cielos”).

Versión del himno en español:

«Día de la ira, aquel día
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.
¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!
La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos,
reunirá a todos ante el trono.
La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando resucite todo lo creado
para que responda ante su juez.
Aparecerá el libro escrito
en que se contiene todo
y con el que se juzgará al mundo.
Así, cuando el juez se siente
lo escondido se mostrará
y no habrá nada sin castigo.
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando apenas el justo esté seguro?
Rey de tremenda majestad
tú que a los justos salvas por gracia,
sálvame, fuente de piedad.
Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.
Buscándome, te sentaste agotado
me redimiste sufriendo en la cruz
no sean vanos tantos trabajos.
Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.
Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, Señor, a este suplicante.
Tú, que absolviste a la pecadora
y escuchaste la súplica del ladrón,
me diste a mí también esperanza.
Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.
Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.
Confundidos los malditos
arrojados a las llamas voraces
hazme llamar entre los benditos.
Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.
Día de lágrimas será aquel renombrado día
en que resucitará, del polvo
para el juicio, el hombre culpable. Amén».

Podemos rezar despacio el himno contemplando siete grandes ideas que se encuentran en las estrofas:
-La muerte y la Naturaleza se asombrarán…
-Aparecerá el libro escrito…
-Rey de tremenda majestad que salvas por gracia…
-No me pierdas en aquel día…
-Buscándome… me redimiste sufriendo en la cruz.
-Colócame entre tu rebaño…situándome a tu derecha.
-Convócame entre los benditos.

La melodía gregoriana del Dies irae “suena en los títulos de crédito iniciales de la película El resplandor (1980). Si tienes buen oído, también habrás identificado sus notas musicales en los instantes previos a la muerte de Mufasa en El Rey León (1994). Aparece, de forma directa o indirecta, en otros clásicos del cine como El Señor de los anillos (2001), Qué bello es vivir (1946) y en varias de las entregas de La guerra de las galaxias”. Conviene recordar se hayan ecos de este himno en Las Cantigas de Santa María (n. 256).

AUDICIÓN:

Dies irae en algunas películas:

***


Bibliografía sobre himnos ambrosianos:

Jacques Fontaine (ed.), Ambroise de Milan: Hymnes (1992).

H. Henry, (1907), “Himnografía ambrosiana”, The Catholic Encyclopedia (newadvent.org).

Helmut Gneuss, Hymnar und Hymnen im englischen Mittelalter (1968).

Helmut Gneuss, “Zur Geschichte des Hymnars”, Mittellateinisches Jahrbuch 35.2 (2000) 227–247

Ruth Ellis Messenger, El himno latino medieval (2017).

Alexander Zerfass, Mysterium mirabile. Poesie, Theologie und Liturgie in den Hymnen des Ambrosius von Mailand zu den Christusfesten des Kirchenjahres (2008).

2 comentarios en “El «Ángelus Domini»

  1. Madre de Deus Ora por Nos, Cantiga de Santa María 422 (Canto de la Sibila). Santa María le dice a su Hijo ante el Juicio final (versión corta).
    https://youtu.be/qy-rVWMIUAE

    La podéis escuchar en directo en Concierto, día 30 noviembre parroquia Virgen del Carmen en El Plantío, Aravaca, Madrid. A 19:30 entrada libre. CONCIERTO DE ADVIENTO Y NAVIDAD.

    Y fijaros la cercanía de María pidiendo (20 súplicas) a su Hijo con ternura, pero con firmeza, que se acuerde el día del juicio lo que en vida ella le acompañó. Leer en castellano traducido este cúmulo de emociones, que hacen llorar. Y con la melodía del canto de la Sibila, inspiradora de la melodía del himno Ave maris stella.

    Madre de Dios, ruega por nosotros a tu hijo en esa hora.
    6 estrofas en galaico y después las 20 traducidas:
    Madre de Deus, ora por nos teu Fill’ essa ora.
    1 U verrá na carne que quis fillar de ty, Madre,/ joyga-lo mundo cono poder seu Padre.
    2 E u el a todos pareçerá muy sannudo, / enton fas-ll’enmente de como foi conçebudo.
    3 E en aquel dia, quand’ele for mais irado, / fais-lle tu emente com’en ti foi enserrado.
    4 U verás dos santos as compannas espantadas, / mostra-ll’as tas tetas santas que ouv’el mamadas.
    5 U ao juyzio todos, per con’é escrito, / verrán, di-lli como con el fugisti a Egisto.
    6 U leixarán todos os viços e as requezas, / di-lle que sofriste con ele muitas pobrezas.
    ***
    Madre de Dios, ruega / por nosotros a tu hijo en esa hora.
    1 Cuando venga en la carne que obtuvo de ti, Madre, / a juzgar el mundo con el poder de su padre,
    2 Y cuando él ante todos se presente muy enojado, / recuérdale cómo fue concebido.
    3 Y en aquel día, cuando esté más iracundo, / recuérdale cómo estuvo en ti contenido.
    4 Cuando veas asustados los cortejos de los santos, / muéstrale tus tetas santas, que él mamó.
    5 Cuando todos acudan al juicio, / tal como está escrito / cuéntale como huiste a Egipto con él.
    6 Cuando todos abandonen comodidades y riquezas, / dile que sufriste con él mucha pobreza.
    7 Cuando el fuego queme sierras, valles y montes, / di[le] cómo en Egipto no encontraste ni agua ni fuentes.
    8 Cuando veas a los ángeles estar temblando ante él, / dile cuántas veces tuviste tú que esconderlo.
    9 Cuando las trompetas digan «Muertos, levantaos enseguida», / dile que cuando lo perdiste [al Hijo], tu aflicción no era broma.
    10 Cuando el aire esté encendido por el fuego y el azufre, / háblale del terrible sufrimiento que sentiste cuando lo prendieron.
    11 Cuando del Cielo lleguen terribles ruidos y rugidos, / dile cuánto sufriste cuándo lo azotaron duramente.
    12 Cuando tengan escrito en sus frentes cuánto han hecho, / dile cuánto sufriste cuando lo pusieron en la cruz.
    13 Y cuando se igualen montes, valles y llanuras, / dile qué sentiste cuando le ataron las manos.
    14 Y cuando el claro sol se vuelva negro por el miedo, / dile qué sentiste cuando bebió la hiel y el vinagre.
    15 Y cuando (el cielo) adquiera el parecido con el ancho mar, / dile cuánto sufriste cuando le dieron la lanzada.
    16 Y cuando las estrellas se caigan del firmamento, / dile qué sentiste cuando lo pusieron en el sepulcro.
    17 Y cuando se lleven al infierno aquellos que obraron mal, / dile qué sentiste cuando el sepulcro cerraron.
    18 Y cuando todos los reyes se humillen ante él, / dile que procedes del más poderoso de ellos.
    19 Y cuando él señale todos estos terribles miedos, / actúa como abogada, toma la voz de los pecadores.
    20 Que gracias a tus súplicas nos lleve a su Paraíso / donde siempre tengamos alegría y risas.

  2. Cantiga 176, ésta si que contiene la melodía esencial del Himno Dies irae, con el texto «Tantas en Santa María».
    Grabado en 1994 (primer cd editado en Pneuma para la Grabacion antológica de las Cantigas de Alfinsox, y los cantores son ex escolanos de la abadia benedictina del Valle de los Caidos con el P. Laurentino Saez de Buroaga y otros compañeros de los que crearon Schola Antiqva, ahora de Juan Carlos Asensio.

    https://youtu.be/tNjeTulTUZ8

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