El día litúrgico


Cada día es santificado por las celebraciones litúrgicas del pueblo de Dios,
principalmente por el sacrificio eucarístico y por el Oficio Divino.
El día litúrgico comienza a medianoche
y se extiende hasta la medianoche siguiente.
Pero la celebración del domingo y las solemnidades 
comienzan ya en la tarde del día precedente.
Además de las celebraciones litúrgicas de las que se compone el año litúrgico,
existen costumbres populares y ejercicios piadosos.
Entre ellos son apreciados los que contribuyan
a favorecer la piedad, la devoción y la comprensión de los misterios de Cristo,
cuidando que «vayan de acuerdo con la sagrada Liturgia,
en cierto modo se deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo,
ya que la Liturgia, por su naturaleza,
está muy por encima de ellos» (cf. SC, 13; CO, 233).

Oración en la víspera del Pilar:

Recibe, Reina gloriosa,
del Pilar, dulce señora,
la alabanza de tu pueblo,
que tu favor implora.

Desde la antigua palabra,
profecía de la gloria,
Dios quiso dar al mundo
una lámpara preciosa.
Quiso que el dolor que Eva
a la humanidad causó
fuera sanado con creces
por la Madre del Señor.

Gloriosas y santas Mujeres,
profetizan con amor,
las glorias que en Santa María
llegarán a su esplendor,
Sara, Raquel y Rebeca,
Judit, Esther son la flor, 
Ruth, Nohemí son anuncios
de la Madre del Señor.

Cuando se cumplió el designio,
Vino al mundo el Salvador
nacido de humilde reina
el Niño que es luz de amor.
De María, dulce fruto,
nos nace el Dios redentor,
del Seno límpido y puro
de la Esclava del Señor.

Crecido en santo silencio
en la dulce Nazaret,
bajo tu santa mirada,
y el cuidado de José,
va viviendo humildemente
el Dulce Dios de Israel,
tú le adoras en silencio,
oh Madre del Emanuel.

Al mundo se le presenta
y en las bodas de Caná,
el vino anuncia gozoso
que Dios vino a visitar
el pueblo que lo esperaba
como Señor de la paz,
“haced lo que Él os diga”,
ordenas, madre sin par.

Al fin en la Cruz un día
del sacrificio Pascual
Él es el Cordero Manso
que la cruz volvió un altar.
Triunfante, vence la muerte
y va a la gloria sin par,
mientras cuidas sus amigos
con ternura maternal.

A Santiago, misionero
consuelas con dulce amor
antes que subas al Cielo
a gozar de tu Señor.
En el Pilar te aposentas,
dulce Madre universal,
y te conviertes en signo
de esperanza, luz y paz.

Y desde entonces nos guías,
dulce Reina de la paz,
y desde entonces te llaman
la Señora del Pilar.
Meta de los peregrinos,
que te buscan sin cesar,
para que acojas sus preces
intercesora ejemplar.

Y en esta tierra bendita
que en tu día vio la cruz,
tus hijos hoy te celebran,
dulce Madre de Jesús.
rojo y oro las banderas
anuncian tu bendición,
y te proclaman, Señora,
del Pilar, madre de amor.

Haz que seamos contigo
misioneros de la paz,
danos hoy tu dulce abrigo
Virgen Santa del Pilar.
Al Padre sea la Gloria
y al Hijo la bendición,
y al Espíritu Divino,
nuestra eterna adoración.
Amén.

Diego Alberto Uribe, Pbro.
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