Hoy es la octava de Pascua de Resurrección.
Es la Pascua en muchos calendarios ortodoxos de Oriente.
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Oración hispano-visigótica para pedir misericordia y paz
en estos días:
Unigénito Hijo de Dios,
que derramaste por nosotros voluntariamente tu sangre,
con la que reconciliaste a los habitantes de la tierra con los del cielo,
haz que veneremos tan cumplidamente
el misterio de nuestra redención y de tu resurrección,
que podamos vivir siempre en la paz que eres tú.
R/. Amén.
Concédelo, oh Dios, por el autor de la paz y del amor,
nuestro Señor Jesucristo,
con el cual vives en una sola e igual esencia
en la unidad del Espíritu Santo
que reina, por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Árbol, cielo, tierra, sangre.
Redención, resurrección, reconciliación, paz, misterio, unidad, vida, pascua.
Compasión, misericordia, amor, esencia, siglos, calendario, cruz.
Palabras de la entrada de hoy, que hoy no es muy extensa.
Y si te pones a pensar, o a buscar la resonancia interior de cada palabra en si misma, daría para un buen rato, un buen paseo (si se pudiera dar sin perro o sin la bolsa de la compra).
Cómo no simplificar ni devaluar las palabras… por usarlas continuamente…
Si pensamos en el «árbol de la vida» (amo y señor de mitos y saberes) podemos pensar en que un árbol crece de una diminuta e inerme semilla, con grandísimo potencial, con incesantes procesos de metabolismo y renovación. Agua y minerales suben por sus raíces, ramas, hojas.
No hablo de jardinería. El árbol soy yo, tu. La semilla contiene la vida, la fe. Y crece o muere, se alimenta a base de unir el inframundo con el cielo. El árbol es su vida interior de desarrollo. Árbol de la vida, del despertar a la nueva vida y de los frutos. Olivo, roble, pino, abeto, palmera, sauce. Cuantos árboles bíblicos.
Árbol, madera de la cruz, con el mejor fruto.