<Gothia>:
difundiendo las Buenas Nuevas de Jesús, el Cristo

 

<<El cometido fundamental de la Iglesia 
en todas las épocas y particularmente en la nuestra 
es «dirigir la mirada del hombre, 
orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad 
hacia el misterio de Cristo»…
No obstante, debido también a los cambios modernos 
y a la difusión de nuevas concepciones teológicas, 
algunos se preguntan:
¿Es válida aún la misión entre los no cristianos?
¿No ha sido sustituida quizás por el diálogo interreligioso?
¿No es un objetivo suficiente la promoción humana?
El respeto de la conciencia y de la libertad
¿no excluye toda propuesta de conversión?
¿No puede uno salvarse en cualquier religión? 
¿Para qué, entonces, la misión?>>

(RM 4)

Creemos, difundimos y celebramos que Cristo es el único Salvador de la humanidad, el único en condiciones de revelar a Dios y de guiar hacia Dios:  

“Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Act  4, 12).

Santa María del Marquet Pont de Vilomara i Rocafort  (Bages, Barcelona)

¡Ojo a la sencilla pero preciosa ventana!

Nuestros padres -ya desde antiguo- construían para acoger a los creyentes en el mensaje del Señor Jesús, para desde estos edificios compartir sus bienes con los necesitados y CANTAR las alabanzas del Señor en la liturgia.

2 comentarios en “<Gothia>:
difundiendo las Buenas Nuevas de Jesús, el Cristo

  1. El cometido de la Iglesia.
    Se hacen muchas y oportunas preguntas.
    Promoción humana… interreligiosa…
    Y detrás se da la respuesta… hacia el misterio de Cristo.

    Y detrás un templo, pequeño, humilde, mozárabe, compacto con ventana estrecha, arco de herradura, una luz de oriente para una liturgia de cantar alabanza y de compartir los bienes.
    Una oferta concreta.

    El mensaje ha hecho su círculo, la meditación puede profundizar.
    Revelar, guiar, salvar. El misterio de Cristo.

  2. Las preguntas planteadas en el artículo tienen una clara respuesta en las dos frases al final. Cristo es el único Salvador hoy, ayer y mañana. No hay nada ni ninguna filosofía moderna que pueda cambiar ese hecho. Eso no quiere decir que debamos acoger con cariño a no creyentes y personas de otra fé, pero sin olvidar nunca nuestro deber de difundir la nuestra. Cada individuo tiene la libertad de aceptar o no nuestra fe y el mensaje que compartimos. Promoción humana, diálogo interreligioso – ambos son importantes siempre y cuando tengamos claro el cometido de la Iglesia.

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