Influencias bizantinas

“En la España visigoda y en la Corte sobre todo, era de buen tono y estuvo de moda todo lo bizantino. Los Reyes godos se daban los pomposos títulos de Emperadores y Augustos; nuestro mismo arte antiguo está saturado de bizantinismo, y aunque las relaciones entre el Oriente y el Occidente no eran fáciles, no por eso dejaban de ser estrechas y frecuentes.

Juan Biclarense, primero Abad en el Pirineo y finalmente Obispo de Gerona, pasa largos años peregrinando en el Oriente, y lo mismo hace Martín de Dumio, aquel preclaro varón, originario de Panonia, como su homónimo Martín turonense, apóstol y taumaturgo de la Galia. Martín, Abad de Dumio en Galicia, será después Obispo de Braga y alma de sus dos primeros Concilios.

Su reputación rebasaba las fronteras de España y de Galicia, llegando su prestigio hasta el punto de afirmar Gregorio turonense que Martín es para Galicia lo que los Apóstoles fueron, para las distintas Iglesias que fundaron. Es como, Martin de Tours par Apostolis. Y no era menor la admiración por el metropolitano bracarense en el pequeño cenáculo de Poitiers, formado por Santa Radegundis, la abadesa Inés y Venancio Fortunato, quien le celebró en prosa y en verso.

Estos personajes venidos del Oriente, provistos de superior cultura, no tardaban muchas veces en escalar los altos puestos de la jerarquía eclesiástica.

Griegos eran Paulo y Fidel, sucesivos metropolitanos de Mérida.

En Bizancio estuvo San Leandro en calidad de legado de San Hermenegildo, trabando entonces estrecha amistad con el que después había de ser San Gregorio Magno.

No dejaba de haber algún peligro para la unidad religiosa en el frecuento trato de España con Bizancio, tan frecuente como con Roma; pero así se explican las múltiples y directas influencias de la liturgia bizantina en la hispano-romana.

¿Cómo explicar si no las antífonas y doxologías en griego que tanto abundan en nuestros Códices mozarábigos?”

G. Prado,Historia del Rito mozárabe,
Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo 32/33(1927) 129s.

 

***

El Adviento en nuestra liturgia hispana comienza con este canto bíblico:

Sobre los montes
qué hermosos son los pies del mensajero
que proclama la paz, aleluya,
que anuncia la buena noticia.
Celebra tus fiestas, Judá, aleluya,
cumple tus votos al Señor, aleluya.

V/. El Señor prestará su palabra a los evangelizadores con gran fuerza.
R/. Cumple tus promesas al Señor, aleluya.
V/. Gloria y honor al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
R/. Cumple tus votos al Señor, aleluya.

Nah 1,15; Is 52,7; cf. Sal 67,12

Una versión moderna del inicio la canta el grupo Verbum Dei:

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