La cooperación de María
a la salvación de la humanidad

«En virtud de su cooperación singular con la acción del Espíritu Santo,
la Iglesia ora también en comunión con la Virgen María
para ensalzar con ella las maravillas que Dios ha realizado en ella
y para confiarle súplicas y alabanzas».
(Catecismo 2682)

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<En el tiempo de Cuaresma se reproduce el camino hacia la Pascua
y en él se escucha con más frecuencia la Palabra,
se reafirma la conversión del corazón y
una aceptación más consciente de la propia cruz (cf. Mt 16,24; Mc 8,34; Lc 9,23);
este tiempo puede ser modelado conforme al camino de fe recorrido por la Virgen,
la primera discípula de Cristo, que conservó la Palabra en su corazón (cf. Lc 2, 19.51)
y que permaneció fiel junto a la cruz (cf. Jn 19, 25-27)>
(Orientaciones y celebraciones para el A. M., n. 3).

AUDICIÓN: Dolorosa

 

«Mozárabes» actuales:
Hace hoy un año el Papa Francisco realizaba una peregrinación a Iraq,
visitando Bagdad, la llanura de Ur, Erbil, Mosul y Qaraqosh.
Oramos por aquellos cristianos probados en su fe y por la Iglesia perseguida. 
Recordemos que, en Iraq, antes del 2003
-año de la invasión que llevó a la caída de Saddam Hussein-
el número de cristianos era alrededor de 1,4 millones. 
Sucesivamente,
el autodenominado Estado Islámico ha perseguido y asesinado
a miles de cristianos en Iraq.
La ocupación de la Llanura de Nínive,
entre 2014 y 2017, los redujo a unos 300-400 mil. 

Evangelio en árabe, s. X (León, España)

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Invocabit me  

Canto del inicio de la Cuaresma
que ofrecemos pidiendo por la paz.

Introducción a los cantos del I domingo de Cuaresma: Liturgia con Espíritu

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Sobre la guerra:
<<El quinto mandamiento [del decálogo] condena la destrucción voluntaria de la vida humana.

A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, la Iglesia insta constantemente a todos a orar y actuar para que la Bondad divina nos libre de la antigua servidumbre de la guerra.

   Todo ciudadano y todo gobernante están obligados a empeñarse en evitar las guerras.
Sin embargo, “mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa” (GS 79).
   Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar.
La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:
— Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
— Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
— Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
— Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar.
El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.
Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la “guerra justa”.
   La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común.
   Los poderes públicos tienen en este caso el derecho y el deber de imponer a los ciudadanos las obligaciones necesarias para la defensa nacional.
Los que se dedican al servicio de la patria en la vida militar son servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos.
Si realizan correctamente su tarea, colaboran verdaderamente al bien común de la nación y al mantenimiento de la paz.
    Los poderes públicos atenderán equitativamente al caso de quienes, por motivos de conciencia, rehúsan el empleo de las armas; éstos siguen obligados a servir de otra forma a la comunidad humana.
   La Iglesia y la razón humana declaran la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados.
“Una vez estallada desgraciadamente la guerra, no todo es lícito entre los contendientes” (GS 79).
Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no combatientes, a los soldados heridos y a los prisioneros.

Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales, como asimismo las disposiciones que las ordenan, son crímenes. Una obediencia ciega no basta para excusar a los que se someten a ella.

Así, el exterminio de un pueblo, de una nación o de una minoría étnica debe ser condenado como un pecado mortal.
Existe la obligación moral de desobedecer aquellas decisiones que ordenan genocidios>>.
(Cat. 2307)
A pesar de los esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones,
el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica
(Ucrania, Burkina Faso, Yemen, Etiopía, Sudán, Afganistán, Siria, Gaza…).
Oremos por la paz.

Seamos instrumentos de paz.

3 comentarios en “La cooperación de María
a la salvación de la humanidad

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