Origen del Adviento

 
Autor: Juan Manuel Sierra López,  El tiempo de Adviento en Rito Hispano-Mozárabe..., TOLETANA 27 (2012/2) 73-109
 

Cronocrator en el monasterio de Montserrat

«Los primeros datos que tenemos de un tiempo de preparación antes de la celebración del nacimiento del Señor y de su manifestación (Navidad-Epifanía) se sitúan en Hispania y Galia, en la segunda mitad del siglo IV.

Un texto atribuido a San Hilario de Poitiers († 367), que se recoge en un tratado sobre el Adviento de Bernón de Reichenau († hacia 1100), habla de un tiempo de preparación al nacimiento de Cristo que debía durar tres semanas e incluir especiales prácticas ascéticas y penitenciales 3. El concilio de Zaragoza, del año 380, en su canon cuarto, señala un tiempo de tres semanas como preparación a la fiesta de la Aparición del Señor (Epifanía), que podría tratarse del primer testimonio de un Adviento en España o de una preparación de tipo bautismal. Se pide una mayor frecuencia en la oración y en las prácticas ascéticas, con una tonalidad festiva y no, propiamente, penitencial. Es opinión casi general que estas indicaciones tenían un sentido antipriscilianista .

Ligeramente posterior es la carta del Papa Siricio a Himerio de Tarragona (385), en la que deja patente que se administraba el bautismo en Navidad y en Epifanía, además de otras festividades de apóstoles y de mártires, costumbre que el Papa reprueba, pidiendo que se reserve la celebración del bautismo para los días de Pascua y Pentecostés, excepto en casos graves 5. Aunque no se hace referencia al tiempo de Adviento, contribuye a valorar la importancia que ya se daba a estas celebraciones y la intensidad con las que las comunidades preparaban el bautismo. Bastante después del concilio de Gerona, del año 517, establecerá que Pascua y Navidad son los días propios para que se administre el bautismo, salvo en caso de necesidad .
El siguiente testimonio sobre el Adviento lo encontramos en san Gregorio de Tours († 490), quien ser refiere a su predecesor Perpetuo y a un ayuno que se realizaba tres días a la semana, desde la fiesta de San Martín de Tours hasta Navidad (seis semanas), como preparación al nacimiento del Señor .
De una forma más genérica habla San Máximo de Turín († 465) en un sermón, invitando a prepararse para la fiesta de Navidad mediante el ejercicio de la caridad y de las buenas obras .
También San Pedro Crisólogo († hacia 451), en sus sermones, se refiere a una preparación para la fiesta de Navidad, aunque no podamos afirmar que coincida plenamente con nuestro concepto de Adviento.
San Agustín, en África, se refiere a la Navidad como un recuerdo del nacimiento de Jesucristo que tiene cabida en la celebración litúrgica; pocos años después, en Roma, San León Magno trata de la Navidad en sus sermones como un aspecto del único misterio de la salvación que se celebra en la liturgia, un sacramentum .
Durante los siglos IV y V se desarrolla la doctrina cristológica y mariológica, con varios concilios, y se define todo lo referente a la persona de Cristo y al papel de la Santísima Virgen en la obra de la salvación. Por lo tanto, es lógico que la celebración litúrgica se haga eco de este desarrollo dogmático y la vida cristiana reciba en sus oraciones el patrimonio de la fe de la Iglesia.
Así, el desarrollo litúrgico de las fiestas de la Encarnación, Nacimiento y Manifestación, y el correspondiente tiempo de preparación, es una consecuencia del avance doctrinal y teológico.
Lamentablemente, no disponemos de datos precisos sobre los detalles este avance litúrgico; tampoco han llegado hasta nosotros textos que podamos atribuir con seguridad a esta época. Los textos de la liturgia mozárabe que han llegado a nosotros son muy posteriores; lo mismo con los textos de otras liturgias, incluida la Romana, cuyos primeros textos que se pueden asignar al Adviento aparecen en el Sacramentario Gelasiano, hacia el siglo VI; también se encuentran textos para el Adviento en el llamado Rótulo de Rávena, editado junto con el Sacramentario Veronense .
Por lo tanto, queda claro que en el ámbito hispano y galicano (sin excluir otros lugares, como África y Rávena) se puede hablar de una celebración litúrgica de Navidad-Epifanía en la segunda mitad del siglo IV que, al menos en España, iba unida a la administración del bautismo, y que existía un cierto tiempo de preparación de carácter ascético, aunque no tenemos certeza de su repercusión litúrgica.
Desde el siglo VI, tanto en la liturgia Romana como en la Mozárabe y en otras, nos encontramos con el tiempo de Adviento plenamente formado, aunque en cada rito tenga acentos diversos».

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