Miserere (Ordo in finem hominis diei)
Podemos escuchar este texto como oración del mes de noviembre.
Abajo aparece una traducción al español.
Miserere, miserere, miserere illi Deus.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
V/. Qui exaudis obsecrantes, et gementes te precantes.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
V/. Parce nostris iam delictis, fove vultu pietatis.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
V/. Qui exspectas penitentes, et peccata deplorantes.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
V/. Sacerdotum audi preces, aures tuas implorantes.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
V/. Fratres mei et sorores pro me sitis oratores.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
V/. Pulvi iacet caro mea, non resonat lingua mea.
R/. Christe redemptor, veniam ei concede.
-Preces (Oficio de difuntos)
Ten piedad, ten piedad: ten piedad de él, oh Dios.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Tú que escuchas a los que te ruegan y piden con lágrimas.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Perdona ya nuestras culpas, muéstranos tu rostro misericordioso.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Tú que escuchas a los penitentes, y a los que lloran sus pecados.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Escucha las preces de los sacerdotes que imploran a tus oídos.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Hermanos míos y hermanas, orad por mí.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Mi carne yace en el polvo, no resuena mi lengua.
Cristo redentor, concédele el perdón.
Preciosa oración y canto. Hay otras de esa época mas dramáticas con los muertos y la carne alimento de gusanos.
El caso es que como los monjes, antiguos y actuales, parece que rezan y rezan, mas «ora» que «labora», inclinan su oración a recordar una y otra vez el pecado, casi con obsesión.
Bendito el de Asís que soñaba con la inocencia original mas que el pecado de Eva y Adan.
Benditos los que creen fuerte en el «hombre nuevo» tras el bautismo y agradecen cuerpo y alma y no solo el alma.
Benditos los que suavizan el agobio de la pureza, sexo y otras contaminaciones de los que vivimos en sociedad y familia (también agobio de monjes y clero, que tienen mas claro y lejanos los fuertes y destructivos pecados de poder y del dinero.
Benditos los muertos que purgan sus defectos, que entran en la misericordia del Padre y que nos miran comprensivos en nuestra obsesión por los pecados.
Cantemos miserere, miserere…
Este noviembre está de color «triste»