Preparando el misterio de la Pasión del Señor

Con gran solemnidad celebramos hoy el inefable y gran sacramento de la pasión del Señor. En verdad, éste se nos presenta diariamente, sea cuando participamos de la mesa del altar, sea en nuestra boca y en nuestra frente; esto es debido a que, evocado continuamente por medio de los sentidos corporales, permanece siempre presente en nuestro corazón.
Pero esta solemnidad anual empuja mucho más a nuestra mente a recordar un acontecimiento tan grande, y así, aquello que hace tantos años fue cometido por la impiedad de los judíos en un preciso lugar y fue espectáculo para sus crueles ojos, ahora es mirado en el mundo entero’ con ojos de fe como si ocurriera hoy mismo.
Si entonces aquellos miraban satisfechos el resultado de su crueldad, con mayor alegría revivimos en nuestros corazones con la ayuda de la memoria aquello que con devoción creemos. Si ellos observaban con placer el fruto de su iniquidad, con cuánta más alegría recordaremos nosotros el fruto de nuestra salvación. Porque en aquel mismo acontecimiento, mientras se resaltaban las maldades que ellos cometían, venían canceladas aquellas que nosotros cometeríamos en el futuro. Por eso, mientras detestamos las infamias que se cometieron entonces, nos alegramos de que allí fueran perdonadas las nuestras. Ellos autores de iniquidad, nosotros celebradores de esta solemnidad; ellos preparados para herirle, nosotros para obedecerle; ellos miraban insultando, nosotros nos postramos adorando.

Por esto Cristo crucificado es locura y escándalo para los infieles, por el contrario, para nosotros es potencia y sabiduría de Dios; ésta es aquella debilidad de Dios que es más fuerte que la fuerza de los hombres, aquella necedad de Dios que es más sabia que la sabiduría humana. El devenir de los acontecimientos aclaró mejor estas cosas. En efecto, ¿qué otra cosa anhelaba la rabia de los enemigos sino borrar de la tierra su memoria? Y, por el contrario, crucificado por un sólo pueblo, ahora es plantado en el corazón de todos los pueblos, y matado por unas personas, ahora es adorado por todas las gentes. Por lo tanto, queridos hermanos, celebremos este día con una devoción digna de este recuerdo anual; pero que la cruz de Cristo no sea solo nuestra gloria en este día, sino todo el año, con una santificación continua.
(San Agustín)

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El Martes Santo celebramos el culto hispano a las 19 h.

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Desde esta tarde celebramos el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.
Además de leer en casa el relato de la Pasión según san Marcos,
podemos rezar estas preces
al encender las luces vespertinas:
<Lumen cum pace>: luz y paz.

Adoremos al Salvador del género humano,
que muriendo destruyó la muerte y resucitando nos dio la vida,
y pidámosle humildemente:
Deus, miserere (2).

-Te pedimos, Señor Jesús, por tu Iglesia santa,
por la que te entregaste para consagrarla con el baño del agua
y con la palabra: purifícala y renuévala por la penitencia.

-Redentor del mundo, que los cristianos que sufren persecución
acepten con paciencia los insultos e injusticias por causa de tu nombre.

-Tú que al ser elevado en la cruz atrajiste a todos los hombres,
reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.

-Tú que en la cruz nos diste a María por Madre, concede, por su intercesión,
salud a los enfermos, consuelo a los tristes,
y a todos abundancia de salud y de paz.

-Cristo, Hijo del Dios vivo, que desde la cruz abriste el paraíso al buen ladrón,
lleva a la gloria de la resurrección a nuestros hermanos difuntos.

Tuyo es el reino, el poder y la gloria, por siempre, Señor.

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<Attende Domine>: un canto hispano de Preces cuaresmales.

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Una propuesta para los días libres:
exposición sobre san Isidro en el museo «Los orígenes de Madrid»

Un comentario en «Preparando el misterio de la Pasión del Señor»

  1. A cruz da vida de cada um é o nosso faraó. Ao oferecê-la em sacrificio tornamo-nos redentores.

    Só a Só debaixo da CRUZ deve ser a nossa postura. Então as nossas cruzes tornam-se ridículas.

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