¿Qué puedo hacer por los refugiados?

Comencemos por tratarles como seres humanos.
Conviene no olvidar que España, en toda su historia,
también en la más reciente, ha sido un país
que ha buscado refugio y que ha vivido la emigración.
Nuestro pueblo, conjunto de muchos pueblos,
se ha caracterizado por la acogida.
Un valor evangélico que, además de no perder,
hemos de inculcar a las nuevas generaciones.
Que no quede en un simple recuerdo el próximo 20 de junio…

 

1 comentario en “¿Qué puedo hacer por los refugiados?

  1. Para las personas desplazadas por las guerras de avidez de materias primas y petroleo y de pobleza provocada, solo hay una consigna: la «ley de la compasión y la hospitalidad».
    Y lo recuerda ser herederos de Abraham, el dotado de poder de intercesión y de compasión reparadoras, el extranjero («sal» de Ur y «héme aquí»).

    Las tres plegarias de Abraham: por su primogénito Ismael y su exilio, por Isaac y su promesa, y por Sodoma (la promesa de salvación con regateo sublime en Mambré (sobre la existencia de 50 a 10 justos) para la perfecta hospitalidad para con sus tres misteriosos visitantes.

    Fidelidad al pacto que Dios quiere que demos al prójimo, al extranjero, al incircunciso «huesped de Dios», sobre el que Dios mismo nos acogerá en el Juicio (estaba desnudo y me vestiste).

    Abraham padre de millones de  circuncisos judíos y musulmanes y padre adoptivo de nosotros los incircuncisos, todos con fe en la justicia del Dios de Abraham, nos marca el camino: compasión y hospitalidad.

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