Último domingo de Adviento


Árboles de Pascuas colgando de las naves de la parroquia de Selectat (Alsacia, Francia)

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El Papa sigue en la línea de los anteriores obispos de Roma animando a «montar el belén y el árbol»:
«El árbol y el belén son dos signos que siguen fascinando a grandes y pequeños.
El árbol, con sus luces, nos recuerda a Jesús que viene a iluminar nuestras tinieblas, nuestra existencia a menudo encerrada en la sombra del pecado, del miedo, del dolor. Y sugiere otra reflexión:
como los árboles, también los hombres necesitan raíces. Porque sólo quien está arraigado en buena tierra permanece firme, crece, “madura”, resiste a los vientos que lo sacuden y se convierte en punto de referencia para quienes lo miran. Pero, queridos amigos, sin raíces nada de esto sucede: sin cimientos firmes uno permanece tambaleante. Es importante mantener las raíces, en la vida como en la fe. A este respecto, el apóstol Pablo nos recuerda el fundamento en el que debemos arraigar nuestra vida para permanecer firmes: dice que permanezcamos «arraigados en Jesucristo» (Col 2,7).
Esto es lo que nos recuerda el árbol de Navidad: estar arraigados en Jesucristo.
Y así llegamos al pesebre, que nos habla del nacimiento del Hijo de Dios que se hizo hombre para estar cerca de cada uno de nosotros.
En su auténtica pobreza, el belén nos ayuda a redescubrir la verdadera riqueza de la Navidad y a purificarnos de tantos aspectos que contaminan el paisaje navideño. Sencillo y familiar, el belén recuerda una Navidad distinta de la consumista y comercial: es otra cosa; nos recuerda lo bueno que es para nosotros apreciar los momentos de silencio y oración en nuestros días, a menudo abrumados por el frenesí. El silencio favorece la contemplación del Niño Jesús, nos ayuda a intimar con Dios, con la frágil sencillez de un pequeño recién nacido, con la mansedumbre de su ser recostado, con el tierno cariño de los pañales que lo envuelven.
Raíces y contemplación: el árbol nos enseña sobre las raíces, el belén nos invita a la contemplación.
No olvidéis estas dos actitudes humanas y cristianas. Y si de verdad queremos celebrar la Navidad, redescubramos a través del pesebre la sorpresa y el asombro de la pequeñez, la pequeñez de Dios, que se hace pequeño, que no nace en el esplendor de las apariencias, sino en la pobreza de un establo. Y para encontrarse con Él hay que llegar allí, donde Él está; hay que rebajarse, hay que hacerse pequeño, dejar atrás toda vanidad, para llegar donde Él está. Y la oración es la mejor manera de dar las gracias ante este don de amor gratuito, de dar las gracias a Jesús que desea entrar en nuestras casas y en nuestros corazones. Sí, Dios nos ama tanto que comparte nuestra humanidad y nuestras vidas. Nunca nos deja solos, está a nuestro lado en toda circunstancia, en la alegría como en la tristeza. Incluso en los peores momentos, Él está ahí, porque Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros, la luz que ilumina la oscuridad y la presencia tierna que nos acompaña en nuestro camino»
(Papa Francisco, diciembre 2022).

Árbol en la madrileña parroquia de san José (Madrid, 1920)

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Para leer y difundir esta bella Carta del Papa sobre el significado y valor del «pesebre o nacimiento», Admirabile signum:
Carta apostólica Admirabile signum del Santo Padre Francisco sobre el significado y el valor del Belén, 01.12.2019

Oramos con nuestra tradición hispana:
Señor Jesucristo, de quien creemos que has de venir como Juez,
que en la primera venida desde tu gloria,
apareciste en humildad a causa de nuestros pecados;
te pedimos que, mientras llega la segunda venida de tu clemencia,
escribas nuestros nombres en el Libro de la Vida con los de tus Santos
y nos perdones todos nuestros pecados.

AUDICIÓN:

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María, madre de esperanza, venerado como «Zarza ardiente»

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La Antífona de hoy dice así:
«Oh Adonai,
Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
¡ven a librarnos con el poder de tu brazo!”

Pedimos al Santo Pneuma el don de inteligencia.

Este don ilumina nuestra la fe con una luz especial:
nos abre el sentido más profundo de las escrituras sagradas (cf. Lc 24 ,45)
para cumplir sus mandatos.

«Es una gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.
… el entendimiento permite «intus legere», es decir, «leer dentro»: este don nos hace comprender las cosas como las comprende Dios, con el entendimiento de Dios (Papa Francisco).

Adonai significa en hebreo “Señor” (cf. Ex 6,2 Judit 16,16). Esta antífona, verdadero compendio del libro del Éxodo, nos hace contemplar la Presencia (Shekiná) del Señor en la zarza revelando su Nombre a Moisés (Ex 3,2 Hech 7,30) y entregando la Ley (Torá) en el Sinaí.
El apelativo “Guía” o «Pastor» (Dux) recuerda la compañía providente en la travesía del desierto (cf. Ex 15, 12s).
El Dios que se reveló a Abrahán y a los patriarcas se revela por su Palabra (Verbum) al caudillo de Israel.
En el seno de María, celebrada hoy como Madre del Señor, madre de esperanza, esta Palabra se hace carne.

Oremos hoy, 18 de diciembre, para que el Señor
que liberó al pueblo de la esclavitud de Egipto “con brazo extendido, signos y portentos” (Deut 26, 8; Hech 7, 36) nos conceda el espíritu de inteligencia a fin de comprender el misterio divino en nuestra propia historia y experimentar que Él es nuestro Pastor, cuyo Nombre glorioso (cf. Is 63,11ss) fue revelado en la zarza ardiente (cf. Ex 3).

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Para recordar: A ocho días de Navidad

1 comentario en “Último domingo de Adviento

  1. Algún filósofo ha dicho que la esperanza es el motor del alma- se nutre de la fe en el milagro. Todo lo posible, y hasta lo imposible, puede hacerse realidad. Por eso, todos los pueblos han repetido de diversas formas las narraciones de milagros y curaciones. Lo que una vez sucedió, puede suceder ahora.
    La narración del milagro curativo fortalece el espíritu con la esperanza.
    Mas la esperanza para ser real tiene que fundarse en alguien concreto y real. La expresión «yo creo en ti para nosotros» de Gabriel Marcel, expresa perfectamente la esencia de la esperanza.
    Las cantigas alfonsíes de curaciones milagrosas irradian esperanza y suscitan la curación del espíritu, porque robustecen la «erectio animi», como decían los antiguos.

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