«Ya desde el principio del mundo nos revelaste, Padre,
la importancia del ayuno,
porque si Eva, madre del género humano,
hubiera respetado el árbol prohibido,
habría conservado su patrimonio e inmortalidad».
(Illatio cuaresmal hisp-moz)
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Hoy, desde el dolor,
miramos a la Madre de los Dolores.
Con Ella queremos acompañar a Cristo en su Pasión;
a Ella encomendamos a todos nuestros hermanos
que participan en su cuerpo de la Pasión de Cristo.
En la imagen, los brazos entrelazados de María y Jesús son como los lazos de la Cruz de san Jorge de Gothia. Míralo.
El vientre de Jesús es el círculo. Y la Madre está detrás.
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Si en los planes de Dios estaba hacerse hombre para resucitar a la humanidad, queda como bella anécdota la invención del apetito de Eva (mítica imágen) y su falta de ayuno.
Jesús ha existido y nos lo han contado. Adan y Eva no han existido, pero nos lo han contado para explicar una historia de salvación. Abraham respondió y tres le prometieron descendencia: Jesús el Hijo…
El asunto de Abraham es mas fuerte que Adan y Eva. ¿Abraham ayunaba?
Hoy día de Viernes de Dolores parece oportuno recordar, una vez mas, este patrimonio cultural y devocional que son las Cantigas de Alfonso X el Sabio.
Esta vez pongo primero la traducción al castellano, recordando que es una canción y que el poema rima en el idioma original hispano, galaico-portugués.
El audio, grabado en el CD Cantigas de Nuestro Señor, fue el CD editado justo antes del dedicado al Canto Visigótico-Mozárabe, ambos en 2010 en Pneuma.
CANTIGA 403 LOS SIETE PESARES
Es la cantiga central, la número 50 del Códice de Toledo. En el borde del folio 145 alguien escribió en el manuscrito “pois este debe ser a festa de ramos; Aver non poderia lagrimas…”, lo que nos indica que en algún momento se cantó al inicio de la Semana Santa. La cantiga medita sobre los pesares de Santa María a lo largo de su vida a causa de su Hijo. La matanza de niños mandada por Herodes y la huida a Egipto, la pérdida de Jesús niño tres días entre los judíos de Jerusalén, y toda la sucesión de tragedias de la pasión de Jesucristo: prisionero, herido, elevado a la cruz, la muerte, el desclavado de la cruz y su entierro, y su soledad tras la ascensión. Tiene su cúspide emocional al cantar del dolor profundo de Santa María cuando presencia la muerte de su hijo.
Esta cantiga de los siete dolores de la Virgen es contemporánea del “Stabat Mater dolorosa”, secuencia latina atribuida al monje Jacopone da Todi (h.1228-1306), al Papa Gregorio X (1210-1276) o a san Buenaventura (1218-1274).
https://youtu.be/0IGFxPLrzkw
403 Esta es de los sietes pesares que Santa María hubo de su Hijo.
No podría tener lágrimas
con que llorase todo
lo que querría llorar,
si antes no me acordase
de cómo Santa María
vio a su Hijo sufrir cosas
que le causaron muchos pesares
antes de que éste se la llevara.
Uno de estos pesares
fue cuando huyó a Egipto
a causa de los miles de niños
que, según hallé escrito,
el maldito Herodes
mandó matar
al mismo tiempo
por todo su reino.
El segundo pesar fue
cuando perdió a su Hijo
por tres días,
y creyó que los judíos
lo tenían escondido, y
pensó que lo habían matado
o traicionado y estuvo
llorando hasta que vino a ella.
El tercero fue muy duradero
e intenso, y fue cuando
un mensajero le dijo que
llevaban preso a Jesucristo,
su Hijo de verdad,
y que lo llevaban maniatado
y muy solo
y desamparado de los suyos.
El cuarto fue cuando
la pobre mujer vio a su Hijo
llevando la pesada cruz,
mal herido de azotes,
mesada la barba
y cubierto de salivazos
mientras la multitud
gritaba contra El.
E1 quinto pesar fue
cuando lo pusieron en la cruz
y para aliviarle le dieron
vinagre e hiel;
y echaron a suerte sus vestiduras
e hicieron para que le llegase
la muerte en la cual
hubieron gran placer.
E1 sexto fue cuando
lo desclavaron de la cruz
y cubierto con la mortaja
lo llevaron a enterrar y
con el temor de algún conflicto
pusieron guardas en el sepulcro;
pero después, El me valga,
no lo hallaron allí.
Según cuenta la escritura,
el séptimo fue uno
muy lleno de pesadumbre
y gran dolor cuando vio
a Dios subir a las alturas
de las que vino,
y ella quedó triste
en poder ajeno.
403 Esta é dos sete pesares que viu Santa Maria do seu Filo.
Aver non poderia
lagrimas que chorasse
quantas chorar querria,
se m’ante non nenbrasse
como Santa Maria
viu con que lle pessasse
do Fillo que avia
ante que a levasse.
Un daquestes pesares
foi quando a Egito
fugiu polos millares,
segund’ achei escrito,
dos mininos a pares,
que Erodes maldito
fez matar a logares
por seu rein’ aver quito.
O segundo foi quando
seu Fill’ ouve perdudo
tres dias, e cuidando
que judeus ascondudo
llo tinian, e osmando
que morto ou traudo
foss’, e por el chorando,
ant’ ela foi vinudo.
E o pesar terçeiro
foi mui grand’ aficado,
quando ll’ un mandadeiro
disse que recadado
seu Fillo verdadeiro,
Jesu-Crist, e liado
levavan mui senlleiro,
dos seus desanparado.
Do quarto foi coitada
u seu Fillo velido
viu levar a pesada
cruz, e el mal ferido
d’açoutes e messada
a barva e cospido,
e a gent’ assunada
sobr’ el en apelido.
O quinto pesar forte
foi quando o poseron
na cruz e por conorte
azed’ e fel lle deron;
sobre seus panos sorte
deitaron e fezeron
per que chegou. a morte,
onde prazer ouveron.
O sesto foi sen falla
quando o despregaron
da cruz e con mortalla
a soterrar levaron,
e temendo baralla
o sepulcro guardaron;
mais pois, se el me valla,
ali nono acharon.
Segund’ a Escritura
conta, foi o seteno
pesar de gran tristura
e de gran doo cheno
quando viu na altura
Deus sobir, onde veno,
e ficou con rancura
pois en poder alleno.