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La esperanza de los pobres nunca se frustrará

San Miguel de Gormaz
«Se requiere poco para devolver la esperanza: basta con detenerse, sonreír, escuchar. Por un día dejemos de lado las estadísticas; los pobres no son números a los que se pueda recurrir para alardear con obras y proyectos. Los pobres son personas a las que hay que ir a encontrar: son jóvenes y ancianos solos a los que se puede invitar a entrar en casa para compartir una comida; hombres, mujeres y niños que esperan una palabra amistosa. Los pobres nos salvan porque nos permiten encontrar el rostro de Jesucristo» (Papa Francisco).
Sobre el Norte de África:
matriz de las Iglesias de Occidente
He aquí una buena lectura formativa para días de otoño

Apotegma del Ps Conancio de Palencia

Las siete peticiones del <Padrenuestro>

“La oración del Señor contiene siete peticiones a Dios Padre.
Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él, para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquel que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos pedirle:
la santificación de su Nombre,
la venida de su Reino y
la realización de su voluntad.
Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas:
le piden que nos alimente,
que nos perdone,
que nos defienda ante la tentación
y nos libre del Maligno”
(Compendio del Catecismo, n. 587)
Mañana es la fiesta de san Juan Pablo II

En la fotografía la Misa en Rito Hispano-Mozárabe del día de la Ascensión de 1992 en San Pedro.
Era la primera misa en nuestra venerable liturgia celebrada por un papa de Roma.
En la catedral primada de Toledo se celebra cada día.
En las parroquias mozárabes toledanas podemos participar cada domingo.
En Madrid, mañana martes, a las 19 h. en la Basílica de La Concepción.
Cartagena, Córdoba, León, Mérida, Salamanca, Segovia, Sevilla, etc. tienen celebraciones en días señalados del calendario hispano.
Religiosidad popular

«La piedad popular no puede ser ni ignorada ni tratada con indiferencia o desprecio, porque es rica en valores, y ya de por sí expresa la actitud religiosa ante Dios; pero tiene necesidad de ser continuamente evangelizada, para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico.
Tanto los ejercicios de piedad del pueblo cristiano, como otras formas de devoción, son acogidos y recomendados, siempre que no sustituyan y no se mezclen con las celebraciones litúrgicas.
Una auténtica pastoral litúrgica sabrá apoyarse en las riquezas de la piedad popular, purificarla y orientarla hacia la Liturgia, como una ofrenda de los pueblos» (VQA 18).
Pilar de fe en España
El Nombre de Jesucristo es Oriente

Ante el Sínodo sobre la Amazonia: <memoranda>

«Una característica peculiar de América es la existencia de una piedad popular profundamente enraizada en sus diversas naciones. Está presente en todos los niveles y sectores sociales, revistiendo una especial importancia como lugar de encuentro con Cristo para todos aquellos que con espíritu de pobreza y humildad de corazón buscan sinceramente a Dios. Las expresiones de esta piedad son numerosas:
las peregrinaciones a los santuarios de Cristo, de la Santísima Virgen y de los santos, la oración por las almas del purgatorio, el uso de sacramentales -agua, aceite, cirios…-.
Estas y tantas otras expresiones de la piedad popular ofrecen oportunidad para que los fieles encuentren a Cristo viviente.
[Hay que subrayar] la urgencia de descubrir, en las manifestaciones de la religiosidad popular, los verdaderos valores espirituales, para enriquecerlos con los elementos de la genuina doctrina católica, a fin de que esta religiosidad lleve a un compromiso sincero de conversión y a una experiencia concreta de caridad. La piedad popular, si está orientada convenientemente, contribuye también a acrecentar en los fieles la conciencia de pertenecer a la Iglesia, alimentando su fervor y ofreciendo así una respuesta válida a los actuales desafíos de la secularización.
Ya que en América la piedad popular es expresión de la inculturación de la fe católica y muchas de sus manifestaciones han asumido formas religiosas autóctonas, es oportuno destacar la posibilidad de sacar de ellas, con clarividente prudencia, indicaciones válidas para una mayor inculturación del Evangelio. Ello es especialmente importante entre las poblaciones indígenas, para que «las semillas del Verbo» presentes en sus culturas lleguen a su plenitud en Cristo»
(Ecclesia in America, n. 16).





