Eucaristía: presencia del Resucitado

El nexo entre la manifestación del Resucitado
y la Eucaristía
está especialmente puesto en evidencia
en la narración de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35),
guiados por Cristo mismo para entrar íntimamente en su misterio
a través de la escucha de la Palabra
y la comunión del «Pan partido» (cf. Mane nobiscum Domine).
Los gestos realizados por Jesús:
«Él tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio» (Lc 24,30),
son los mismos que Él efectuó en la Última Cena
y que incesantemente realiza, por medio del sacerdote,
en nuestras eucaristías.