escribe sobre la iconografía hispana de finales del primer milenio:
«Sabed que los cristianos todos coinciden en pintar en sus iglesias
una imagen que dicen ser del creador, otra del Mesías, otra de María…
la Cruz… otra de Gabriel y de Miguel…»
«Sabed que los cristianos todos coinciden en pintar en sus iglesias
una imagen que dicen ser del creador, otra del Mesías, otra de María…
la Cruz… otra de Gabriel y de Miguel…»
<En la Iglesia Católica hay 23 Ritos diferentes, signo claro de una tradición que desde los primeros siglos ha intentado inculturar los contenidos de la fe y su celebración a través de un lenguaje lo más coherente posible con el misterio que se quiere expresar.
(Mensaje final del Sínodo para la Amazónia, n. 117)
Año Jacobeo.
“La diversidad de usos litúrgicos y musicales era una de las máximas dificultades que encontró la Restauración carolingia para establecer una soñada unidad del imperio sobre la base de la herencia constantiniana. Así, los clérigos carolingios, entre los que no faltaría un insigne monje español, Benito Aniano, se preocuparon de encontrar la fórmula que propiciase la práctica unitaria en la liturgia. Con una actividad febril se dedicaron a copiar manuscritos con los repertorios que debían usarse en todo el imperio. Estos repertorios se construyeron sobre la base de lo que se hacía en la Iglesia de Roma y en las propias Galias.
Con notable astucia, su reconstrucción fue atribuida a uno de los santos Papas antiguos más influyentes en la alta Edad Media, San Gregorio Magno. Así, la nueva liturgia y el nuevo canto de las iglesias sometidas al Imperio era el gregoriano…
Durante el siglo IX, el canto que se canta en la liturgia de las Iglesias de influencia carolingia es el gregoriano…
En la Galias, Germania e Inglaterra se produce rápidamente la implantación de la nueva música sin dificultad. También en Roma y en Italia Central, salvo reductos contados, se acepta la nueva práctica. Pero aquellas Iglesias latinas más alejadas del área de influencia carolingia y más fuertemente apegadas a su vieja tradición, como las del sur de Italia, Milán y la Península Ibérica, se resistieron con firmeza ante el que ellos consideraban injustificado atropello.
La difusión del canto gregoriano en toda Europa se llevó a cabo fundamentalmente mediante la copia y rápida circulación de nuevos códices (a partir del siglo IX…) y la repoblación de iglesias y monasterios por clérigos carolingios, primero, y luego por los monjes cluniacenses”.
(Ismael Fdez. de la Cuesta)
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¿Por qué Cristo instituyó los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los enfermos?
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A. Pena,
“Efrem Sirio traduzido em lenguas classicas: as versôes latinas de De compunctione cordis”,
Euphrosyne 29, 2001, 69-94;
Id., “Um fragmento do Ephraem latinus em Elipando de Toledo e Sansâo de Córdova: entre apologética e retórica”,
en M. Domínguez – J.J. Moralejo – J.A. Puentes – M.E. Vázquez Buján (edd.)
Sub luce florentis calami. Homenaje a Manuel C. Díaz y Díaz, Santiago de Compostela 2002, 478-491;
Id., “Tradiçâo hispânica – Tradiçâo oriental. O De lapso de Baquiário e o Liber de poenitentia do Efrém latino”
en M. Pérez González (ed.), Actas III Congreso Hispánico de Latín Medieval (León, 26-29 de septiembre de 2001),
León 2002, I, 411-421.
La oración:
Tres veces al día…, por lo menos, el Padrenuestro.
«Después de habernos puesto en presencia de Dios nuestro Padre para adorarle, amarle y bendecirle, el Espíritu filial hace surgir de nuestros corazones siete peticiones, siete bendiciones.
Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia la Gloria del Padre;
las cuatro últimas, como caminos hacia Él, ofrecen nuestra miseria a su gracia».
[Catec. 2803].