Al que está sentado en el trono,
inmolado como Cordero
y resucitado como León
cantamos:
Hagios, Hagios, Hagios,
Domine Deus, Rex aeterne,
tibi laudes et gratias
«La Ascensión», escribe el padre Jean Corbon,
«es el punto de inflexión decisivo…
el comienzo de un nuevo tiempo:
la liturgia de los últimos tiempos.”
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