Santa Natalia y san Aurelio,
esposos mozárabes y mártires en Córdoba (+ 852).

Santo y bendito es en verdad
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
santo entre los santos y el más bendito entre los bienaventurados;
que consagró el corazón de los patriarcas con la plenitud de la fe,
y, cual príncipe victorioso,
adornó con la corona de justicia las victorias de los mártires.

Él es el premio de todos los confesores,
y devuelve la vida a los que estén en las tinieblas de la muerte;
él es el Restaurador del universo
y, después de vencer a la muerte, el Redentor de los hombres;
él, habiéndose revestido de un cuerpo,
destruyó el desastre de la terrible muerte,
al morir obtuvo la victoria en la lucha,
y resucitando victorioso y triunfante
regresó junto al trono del Padre;

Cristo Señor y Redentor eterno.

PS Dom XVII cot

En el día de santa Ana y san Joaquín:

un oración visigoda
con los ancestros de Jesús
 
 

Es justo y necesario, Señor,
orar e invocarte siempre,
a ti, que, desde el principio,
escuchas con bondad las plegarias de tus siervos
y te muestras propicio;
anticipas tus beneficios a cuantos te invocan,
realizas gestas maravillosas y no niegas tu perdón,
otorgas siempre tu amor y muestras tu providencia.

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Fiesta del Apóstol

Santo y bendito es en verdad
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo;
él es la confianza de los patriarcas,
la plenitud de la ley,
la sombra de la verdad,
la predicación de los profetas,
el maestro de los Apóstoles
el padre de todos los creyentes,
la firmeza de los débiles,
la fuerza de los enfermos,
la redención de los cautivos,
la heredad de los redimidos,
la salud de los que viven,
la vida de los que mueren;
fue él quien,
siendo el verdadero sacerdote de Dios,
instituyó un nuevo género de sacrificio,
se ofreció a ti como ofrenda agradable,
y nos mandó a nosotros ofrecerla.
Cristo, Señor y Redentor eterno.

PS Dom II Cot

 

Vigilia de la solemnidad del Apóstol Sant Iago (Jacobo o Jaime). 

El patrón de España en un manuscrito o «beato»

«Nosotros, Padre,
aunque no hemos visto con los ojos corporales
a tu Hijo encarnado, nuestro Señor Jesucristo,
en verdad sabemos, creemos y confesamos
que, contigo y con el Espíritu Santo,
es un solo Dios en la Trinidad;
que asumió nuestra carne mortal y la elevó hasta el cielo,
como prenda de nuestra salvación eterna.Te pedimos, Dios santo y misericordioso,
que esta confesión nos conduzca a la gloria;
que esta fe nos libre de la muerte eterna;
que esta esperanza consuele
a los que lloran en las dificultades presentes
y otorgue para siempre los goces eternos.

Cuando, al finalizar el curso de esta vida,
lleguemos a obtener el premio de la vocación cristiana
y veamos en la gloria de Dios
a Aquel que es la prenda de nuestra condición humana,
haz que nuestros cuerpos sean glorificados por Cristo,
tal como veremos en la gloria de su divinidad
al que es la cabeza de los que han sido salvados;
nosotros que somos miembros de nuestra Cabeza,
por los dones recibidos de su gracia,
elevemos a Jesucristo, nuestro Señor
el himno de nuestra redención».

Illatio Dom IV Cuar “Mediante”

Interesante…

Oramos con la liturgia hispana:

Que él tenga cuidado de los pobres,
vista a los desnudos
y proteja a los que no tienen amparo.

Que haga regresar de su exilio a los refugiados,
y libre de ataduras a quienes suspiran en la cárcel.
Sea para los huérfanos auxilio cotidiano
y consolador benigno y compasivo de las viudas apenadas.

Que no falte la acostumbrada y benéfica lluvia
para que la tierra, bien regada, dé sus frutos abundantes.
Que nos ayude a velar constantes en la oración
y a ofrecer con frecuencia este sacrificio
para la remisión de los pecados.

R/. Amén.

(V dom cot.)

María Magdalena lo contempló vivo en el jardín

María penitente (El Greco)

Padre, “nosotros, en cambio,
aunque no hemos visto con los ojos corporales
a tu Hijo encarnado, nuestro Señor Jesucristo,
en verdad sabemos, creemos y confesamos
que, contigo y con el Espíritu Santo,
es un solo Dios en la Trinidad;
que asumió nuestra carne mortal y la elevó hasta el cielo,
como prenda de nuestra salvación eterna.

Te pedimos, Dios santo y misericordioso,
que esta confesión nos conduzca a la gloria;
que esta fe nos libre de la muerte eterna;
que esta esperanza consuele
a los que lloran en las dificultades presentes
y otorgue para siempre los goces eternos.

Cuando, al finalizar el curso de esta vida,
lleguemos a obtener el premio de la vocación cristiana
veamos en la gloria de Dios
a Aquel que es la prenda de nuestra condición humana”.

Illatio Hisp-Moz Dom IV Cuar “Mediante”

La luna en la noche (Gen 1,16)

 

Hoy se cumplen 50 años de una huella histórica,
la que dejó el hombre en la Luna por primera vez.

Entre los efectos que los astronautas dejaron en la Luna
se encuentran una rama de olivo de oro,
un disco con mensajes de líderes de más de 70 países
y una placa en la que se podía leer:

«Aquí, unos hombres procedentes del planeta Tierra,
pisaron por primera vez la Luna en Julio de 1969 A. D.
Vinimos en son de paz en nombre de toda la humanidad».

Nueva publicación en inglés con bibliografía sobre el mundo visigodo

The Visigoths in Gaul and Iberia (Update)

A Supplemental Bibliography, 2013-2015

Series:

The bibliography includes material published from 2013 to 2015. Following on from the first bibliography (Brill, 1988) and its updates (Brill 2006, 2008, 2011, 2014) this volume covers recent literature on: Archaeology, Liturgy, Monasticism, Iberian-Gallic Patristics, Paleography, Linguistics, Germanic and Muslim Invasions, and more. In addition, peoples such as the Vandals, Sueves, Basques, Alans and Byzantines are included. The book contains author and subject indexes and is extensively cross-indexed for easy consultation. A periodicals index of hundreds of journals accompanies the volume.

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Cristo es nuestro Sacerdote

Es justo y necesario, Padre omnipotente,
darte gracias, por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
verdadero y eterno Pontífice,
único sacerdote sin mancha de pecado.

Te ofrecemos, no sólo por las culpas del pueblo
sino también por nuestras propias ofensas,
la víctima que te hace propicio,
cuya sangre purifica el corazón de todos los hombres;
para que los pecados cometidos por fragilidad de la carne
queden perdonados por la intercesión del sumo sacerdote.

A quien todos los ángeles con razón
no cesan de aclamar, diciendo: Santo, Santo, Santo.

(Illatio, dom X cot.)

Nuestra liturgia insiste en que Cristo, el Señor,
se ha hecho Cordero de sacrificio
siendo, a la vez, el Sacerdote único, sumo y eterno.