Invitación
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Convertirse es volverse hacia Dios.
Estoy profundamente convencido de que nuestros cuerpos
deben participar en esa conversión.
La mejor forma, ciertamente, es celebrar
–sacerdotes y fieles-
dirigidos conjuntamente en la misma dirección:
hacia el Señor que viene.
No se trata, como se escucha a veces,
de celebrar de espaldas a los fieles o de frente a ellos.