Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y vivificador
que, con el Padre y el Hijo,
es juntamente adorado y glorificado.
Que habló por los profetas;
nos fue enviado por Cristo
después de su resurrección y ascensión al Padre;
ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia,
cuyos miembros purifica
con tal que no desechen la gracia.
Su acción, que penetra lo íntimo del alma,
hace apto al hombre de responder
a aquel precepto de Cristo:
Sed perfectos
como también es perfecto vuestro Padre celeste
(cf Mt 5,48).
(Credo del Pueblo de Dios 13)
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Renacidos del agua y del Espíritu (cf. Jn 3,5ss)
Foto: Monasterio de la Conversión (Sotillo, Ávila)
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