Jueves Santo ’21

Patena vítrea para la Eucaristía (s. VI) encontrada en Utrera (Sevilla).

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Cyrillonas (Qürillóná, 396 c.), uno de los primeros poetas siríacos,
probablemente sobrino de san Efrén,
pone en boca del Señor, después de acabar la cena pascual,
estas palabras:

“Esta será, en mi Iglesia, mi excelsa memoria;
y, en la tierra entera, ésta será la Pascua.
Este día será para vosotros santo,
bendito y glorioso entre todos los días.
en él serán consolados los que sufren,
aliviados los oprimidos,
redimidos los atormentados.
En él alcanzarán la libertad los cautivos.
En él será consagrada el agua visible del bautismo.
En él se rejuvenecerán
los que envejecieron en el pecado,
se multiplicarán mis hijos sobre la tierra
y serán llevados al cielo los hombres”.

La Pascua de Cristo es eficaz en cada generación cristiana
por medio de la presencia del Señor
en los signos sacramentales de su Iglesia.

Oraciones hispanas para rezar en este Jueves de la traición y de la entrega:

 

Acepta benigno, Dios clementísimo,
y acoge propicio estas súplicas…
Te las presenta en tu santa Iglesia católica
el ministerio de tus sacerdotes,
en honor y en conmemoración de tus santos,
para alejar cualquier desastre o calamidad
y obtener la salvación de los pueblos,
para evitar todo peligro de muerte,
para la reconciliación y el perdón de los pecados,
para alcanzar el consuelo de la paz
y concédenos poder llevar una vida intachable. R/. Amén.

 

Porque tú eres la vida de los que viven,
la salud de los enfermos,
y el descanso de todos los fieles difuntos
por todos los siglos de los siglos. R/. Amén.

 

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La Iglesia celebra cada año los grandes misterios de la redención de los hombres
desde la Misa vespertina del jueves “en la Cena del Señor”,
hasta las Vísperas del Domingo de Resurrección.
Este período de tiempo se denomina justamente
el “Triduo del crucificado, sepultado y resucitado”;
se llama también “Triduo Pascual”,
porque con su celebración se hace presente y se realiza
el misterio de la Pascua,
es decir, el tránsito del Señor de este mundo al Padre.
En esta celebración del misterio, por medio de los signos litúrgicos y sacramentales,
la Iglesia se une en íntima comunión con Cristo, su Esposo.
(Fiestas Pascuales, n. 38)